Monti anuncia un histórico plan de recortes
El primer ministro presenta un ajuste de 30.000 millones "para salvar a Italia" que reforma las pensiones y pretende reducir el coste de la política
CORRESPONSAL EN ROMAActualizado:"Podéis llamarlo decreto salva-Italia", dijo ayer sin rodeos el primer ministro italiano, Mario Monti, al presentar su esperado plan de ajuste, finalmente de 30.000 millones de euros, que tiene que alejar a su país de la quiebra y, más aún, a toda Europa del desastre. Monti protagonizó una rueda de prensa histórica, cargada de seriedad y trascendecia, en la que presentó una vasta lista de reformas que meten mano a algunos de los vicios crónicos de Italia, pendientes desde hace décadas.
Para dar ejemplo, anunció en primer lugar algo insólito en cualquier país, pero más en Italia: renuncia a su sueldo de primer ministro. También todos los ministros harán públicos sus patrimonios. Otra escena que reflejó el clima del momento fue cuando la ministra de Bienestar Social, Elsa Fornero, rompió a llorar al explicar la reforma de las pensiones y los sacrificios que deberán afrontar los ciudadanos. Es uno de los puntos fuertes del plan, que sube a 42 años la cotización, 41 para las mujeres, y deja la edad de jubilación en 66 años, 62 para ellas.
Ante las suspicacias que ha levantado este Gobierno técnico, su estreno de ayer con el temido momento de la presentación de la cuenta supuso el triunfo de un lenguaje a años luz de la política y más cercano a los ciudadanos. Todo ello era necesario porque a Italia le ha llegado la hora de la verdad. El plan, que a última hora de ayer aún no se había terminado de conocer y sólo había sido divulgado en líneas generales, es un rosario de iniciativas que se deberá analizar y digerir a partir de hoy.
Monti ha querido subrayar que une rigor y medidas para el crecimiento, junto a la equidad en los sacrificios. Para empezar, quedó desmentido un aumento del IRPF, manejado toda la semana, y una tasa patrimonial, pero se confirma un "fuerte" impuesto sobre la vivienda y una subida del IVA, a partir del año que viene. Recaudará 4.000 millones que se destinarán a familias, mujeres y jóvenes. Otras medidas son tasar los títulos y productos financieros, y un impuesto del 1,5% en los capitales evadidos que han regresado a Italia. También una reducción del coste del trabajo, liberalización de profesiones y lucha a fondo contra la evasión. Por ejemplo, prohibiendo las operaciones en contante por encima de 1.000 euros. Se han aprobado ayudas fiscales a las empresas que reinviertan beneficios y un fondo de crédito de 25.000 millones para pequeñas y medianas empresas.
En cuanto a los costes de la política, uno de los caballos de batalla más sentidos en la calle, Monti prometió actuar "de inmediato", y adelantó que se limitarán los cargos en los Gobiernos de las provincias y en otros organismos públicos. Además, otros entes del Estado quedan suprimidos y los ayuntamientos sufren recortes por 5.000 millones.
Solemnidad
Monti tuvo que presentarse de forma muy solemne para transmitir el significado del momento y buscar la comprensión de los esfuerzos, "una pluralidad de sacrificios que deben ser vistos como un despertar de la economía italiana". Prometió "un mayor papel para el mérito, la competencia, la lucha a los privilegios y a los nepotismos", auténticas utopías en la Italia actual.
Hasta llamó al orgullo nacional: "Queremos que los italianos no se sientan ridiculizados, como ha sucedido en el pasado", mención implícita y nada tierna a la era Berlusconi. También fue duro al echar la culpa de la monstruosa deuda italiana a Gobiernos que sólo han actuado "con intereses a corto plazo y sin pensar en el interés general".
El impacto de este plan de choque ha sido notable, como si por primera vez se tomara conciencia real de la emergencia, y tras dos semanas de elogios a Monti, ayer le empezaron a llover críticas y discrepancias.
El consejo de ministros que aprobó ayer el plan duró más de tres horas, tras una ronda acelerada de contactos de Monti con partidos y agentes sociales, que salieron de la cita con cara de funeral. Los dos principales partidos, el PDL de Berlusconi, y el PD, primera fuerza de la oposición le apoyan a regañadientes y, sobre todo, los sindicatos han reaccionado muy mal. No ven por ninguna parte la prometida equidad.
Pero el nuevo primer ministro se ha mostrado inflexible, dando a entender que era eso o la quiebra. "Nadie tiene que quedar satisfecho porque todos tienen que participar en el esfuerzo del país", ha replicado. Desde luego parece haberlo conseguido. Hoy lo presentará en el Parlamento, donde empieza la pelea para sacarlo adelante.