LA TRACA FINAL
Actualizado:Lo malo de las sucesivas explosiones que aturden la vida española es que ninguna puede considerarse como la última. A un estampido le sigue otro mayor y no sabemos cuál será el que anuncia el final, que siempre ilumina artificialmente la noche oscura de las finanzas. Durante el mes de noviembre, que por peripecias personales a mí me parece el más memorable del calendario, se han destruido cerca de doce mil puestos de trabajo y, después de doce años de superávit, la Seguridad Social tendrá déficit. Hasta los parados se preguntan dónde iremos a parar.
Quizá no haya que interrogarse. La caída será tan estruendosa que no necesitará ya más anunciantes, sino más resignados, por una parte, y más rebeldes, por otra. Lo que sea sonará, pero hay ecos que anteceden al ruido. La señora ama dominante no engaña a nadie. «Habrá años de dificultades», ha dicho ante su Parlamento, que es el único donde influyen los parlamentarios más o menos locuaces. ¿Cuántos días sucesivos contiene el pronóstico de la canciller doña Angela? Nuestro refranero, al que no se puede tachar de optimista, dice que «los años son escobas que nos van barriendo hacia la fosa», pero ese tiempo, que según los astrónomos más solventes, necesita este planeta para darse un garbeo solar, no transcurre a la misma velocidad para todos sus fugitivos habitantes. Incluso en lo que antes se llamaba el solar patrio, antes de que fuera un descampado, había claras diferencias, pero ahora hay distinciones. Doña María Dolores de Cospedal, número dos por ahora del PP, ha presentado en Toledo el nuevo plan de recortes de Castilla-La Mancha. ¡Vaya plan! Bajará un 3 por ciento el sueldo a sus 70.000 funcionarios y les obligará a trabajar dos horas y media más a la semana.
La oferta hubiese sido mejor acogida al revés. Subiéndoles el sueldo aunque sea poco, y disminuyéndoles las horas de trabajo, aunque este nunca fuera mucho.