SOMOS DOSCIENTOS MIL

A LO HECHO, PECHO

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Cuando alguien prende una mecha, uno no puede quejarse si después la dinamita explota. Utilizando idéntico símil, cuando alguien circula con su vehículo a velocidad excesiva, tampoco cabe protestar en caso de que nos salgamos de la vía y suframos un accidente. En estos, como en cientos de ejemplos que podría seguir utilizando, estamos hablando de algo que nuestra sociedad parece haber olvidado y que se denomina ser consecuente con nuestros actos. A lo largo de la vida, continuamente vamos haciendo cosas, tomando decisiones, etcétera. Lo coherente es aceptar, sin más, las consecuencias, para bien o para mal, de nuestras acciones.

El refranero español, sabio donde los haya, resume todo ello en una breve sentencia: «a lo hecho pecho». Por ello, entenderán que este cronista se quede de piedra tras leer, entre las páginas de La Voz de esta semana, una noticia según la cual «el movimiento 15-M se desvincula de los acampados ahora en la plaza del Arenal».

Señala dicha noticia que los intentos de diálogo para que esta iniciativa, que surge al margen de la asamblea, no usurpara el espacio y los mensajes del 15-M, han sido infructuosos. Si uno echa la vista atrás, recuerda como también fueron infructuosos los esfuerzos para que los indignados del 15-M no ocuparan las plazas de todo el país, haciéndolo además en pleno proceso electoral y violentando la jornada de reflexión de las anteriores elecciones locales y autonómicas. En aquella ocasión, los indignados abandonaron sus acampadas cuando mejor les pareció, por lo que parece de chiste que ahora se desvinculen públicamente de quienes continúan acampadas en la plaza del Arenal a su imagen y semejanza.

Si recuerdan la historia, nuestra céntrica plaza fue tomada por este movimiento de repercusión nacional e internacional, que igualmente ocupó plazas tan emblemáticas como la Puerta del Sol en Madrid, o la plaza de Cataluña en Barcelona. Parece que mientras que aquellos primitivos indignados cambiaron su método de protesta, dejando la plaza, levantando sus tiendas de campaña y marchando en comisiones de trabajo a distintos barrios de la ciudad, hay un grupo de personas que al amparo de aquella iniciativa acampó de nuevo en la plaza del Arenal, al margen de la asamblea del 15-M de Jerez. Claro. Ahora es fácil decir que se desvinculan de estos nuevos acampados y que nada tienen que ver con ellos. Pero, retomando los iniciales ejemplos, si uno acampa a las bravas, usurpando un espacio púbico y permaneciendo en él al margen de cualquier norma jurídica, ahora no cabe la queja si alguien, siguiendo nuestro ejemplo, ha acampado donde hasta hace pocas semanas lo hacíamos nosotros.

Querer desvincularse de estos nuevos afanadores del espacio público también tiene su reflejo entre las expresiones populares gracias al clásico «tirar la piedra y esconder la mano», expresión ésta que los argentinos, de donde por cierto proviene el nuevo líder de quienes ocupan actualmente la plaza del Arenal, se traduce como «tocar el timbre y salir corriendo».

No obstante coincidirán con este cronista en que, al margen del problema de falta de consecuencia que presentan los integrantes del movimiento 15-M de Jerez, indudablemente hay otro grave problema de falta de autoridad, que no de autoritarismo, por parte de quienes nos gobiernan. Resulta paradójico que un ciudadano cualquiera -de los que paga su IBI y su Impuesto de Circulación-, deja el coche aparcado dos minutos en la Rotonda de los Casinos y a la vuelta, si el coche está porque aún no haya actuado la grúa, el mismo luce en el parabrisas una multa por aparcar en sitio prohibido. Sin embargo unos cuantos jóvenes llevan meses acampados en la plaza más importante de mi ciudad, dando una imagen lamentable a propios y visitantes, y no hay manera humana de echarlos de allí. Con lo fácil que sería dar las órdenes oportunas a la policía que, en minutos dejaría libre nuestra céntrica plaza. No sé si falla el principio de autoridad, o quizás sobre el deseo de ser demasiado políticamente correctos.

En cualquier caso un último refrán cierra hoy estas líneas, que dedico expresamente a quiénes pretenden desvincularse de los que ahora ocupan nuestra plaza del Arenal: "quien siembra vientos, recoge tempestades". Creo que ante la evidencia literata, sobra cualquier comentario. .