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Mariano Rajoy, durante una reunión con miembros de su partido en la sede del PP. :: JOSÉ RAMÓN LADRA
ESPAÑA

RAJOY SE MIRA EN EL ESPEJO DE SUS BARONES

Las primeras decisiones serán «rápidas» para demostrar a la UE que el Gobierno va en serio en la lucha contra el déficit El futuro presidente reapareció ayer para avisar de que «lo que viene para España será muy difícil»

ANTONIO MONTILLA
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Anunció la necesidad insoslayable de llevar a cabo «sacrificios» que afectarían al conjunto de la sociedad. Alertó de que vendrían «tiempos difíciles» en los que todos tendríamos que «apretarnos el cinturón». Repitió, de manera machacona, que las administraciones «no pueden gastar lo que no tienen». Anticipó que la crisis económica no se superará «ni en un día, ni en una semana ni en un mes». Voceó por media España que «metería la tijera» en todas las partidas presupuestarias menos en educación, sanidad y pensiones. Y, además, sentenció que cumpliría con el compromiso de enjugar los números rojos del Estado «por encima de todo».

Con avisos tan claros a nadie le puede pillar por sorpresa que Mariano Rajoy inaugure su mandato con un severo plan de ajuste. Y por si había dudas las despejó ayer en Pontevedra. «Lo que viene para España es muy difícil» y «las cosas no van a ser fáciles», advirtió en su primera aparición pública tras la concluyente victoria electoral del PP.

El futuro presidente del Gobierno escogió su ciudad y tras mantener una breve reunión con la dirección local de su partido compareció sin aceptar preguntas . «Las cosas están complicadas y va a haber que tomar decisiones» sin dilaciones. Por tanto, añadió, «tenemos que ser rápidos y ágiles». Confirmó así que los primeros consejos de ministros del 23 y 30 de diciembre no van a ser en absoluto de toma de contacto sino que van a estar plagados de decisiones económicas para recortar el gasto público.

Rajoy no detalló medida alguna, solo anticipó que hará «otra política económica» para la que tiene «las ideas claras» sobre lo que hay que hacer. Pese a la cómoda mayoría absoluta que disfrutará su gobierno, se comprometió a «hablar con todo el mundo» para contar con un respaldo lo más amplio posible porque la tarea que se avecina es tan ingente que «un solo gobierno» no puede llevarla a cabo, es un trabajo para «toda la nación».

Nadie en el PP se atreve a decir en qué consistirá el paquete de medidas de ajuste, pero recuerdan que no hay que ir muy lejos para encontrar pistas. Basta mirar en el espejo de sus barones territoriales, que, desde mayo, cumplen su orden de prescindir de todo aquel gasto que no fuera «indispensable».

Rajoy sabe que tendrá menos tiempo que sus presidentes autonómicos. Líderes europeos como Angela Merkel y Nicolás Sarkozy trufaron sus mensajes de felicitación en la noche del 20 de noviembre con recordatorios para que instaure lo antes posible una era de austeridad en España.

Los presidentes autonómicos acometieron los recortes en dos fases. Una primera más cosmética, con minoración de cargos de confianza, coches oficiales, dietas y teléfonos móviles que, pese a la vistosidad pública de las medidas, apenas mejoraron el precario estado de las cuentas públicas. Al fin y al cabo era el chocolate del loro.

La segunda, ya a calzón quitado, aún está en fase de ejecución y no ha respetado ni el territorio sagrado de la educación y la sanidad, aunque sin menguar los servicios, pero sí con menor dotación económica y con reducción de las plantillas al máximo.

Rajoy está decidido a que nada más pisar la Moncloa tiene que enviar a sus socios europeos un mensaje cristalino de que no iba de farol y que cumplirá su promesa de reducir el déficit al 4,4% en 2012 y al 3% en 2013. Un objetivo que han asumido sin pestañear los 11 presidentes autonómicos del PP y los de Ceuta y Melilla.

Podrá hacerlo, además, sin contestación interna. Otra cosa será la respuesta en la calle. Tras las elecciones autonómicas y municipales del 22 de mayo y de las generales del 20 de noviembre, el PP controlará siete de cada diez euros de gasto público, es decir, que manejará en torno al 74% del dinero de todas las administraciones.

En la paleta de recortes puestos en práctica por el PP existen varias tonalidades. Colores más fuertes, como los que ha empleado María Dolores de Cospedal, número dos del PP y presidenta de Castilla-La Mancha. Su último tijeretazo no tiene ni 48 horas: aumento de dos horas y media en la jornada semanal de los funcionarios, a los que, además, se recortará un 3% los sueldos. Incorpora la gestión privada a centros hospitalarios. También termina con la gratuidad de los libros de texto para todos los escolares; recorte de 53 millones de euros la asignación a la universidad castellano-manchega; congelación de la obra pública e, incluso, revisión del baremo de aplicación de la ley de dependencia. «El sudor de hoy alejará las lágrimas del mañana», justificó Cospedal. Por contra, y en la misma línea anunciada por Rajoy, no subirá los impuestos.

El futuro jefe del Ejecutivo tendrá que buscar otras partidas donde meter el bisturí para equilibrar las cuentas porque el Estado tiene transferidas las competencias en sanidad y educación, dos áreas que absorben casi todo el gasto público.

Deberá explorar otros campos y, de momento, no ha trazado más línea roja que la de las pensiones.

Rajoy ha alabado varias veces las decisiones adoptadas por Alberto Núñez Feijóo al frente de Galicia, sobre todo en lo que se refiere al ahorro en el desembolso farmacéutico. La Xunta ahorró 82 millones de euros entre enero y octubre de este año gracias al catálogo de medicamentos genéricos. Una medida que ya es aplicable, pero que Rajoy quiere implantar con rigor en toda España.

Su entorno asegura que a Rajoy no le temblará el pulso a la hora de firmar el plan de choque. No obstante, tampoco quiere provocar un «incendio social» para que a las primeras de cambio «le monten una huelga general», apostilla uno de sus colaboradores. De todos modos, el próximo jefe del Ejecutivo da por descontadas las revueltas callejeras.