EL MARCADOR

LA ENÉSIMA FINAL

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Es una realidad y, aunque escuchando ayer a Juan Merino creía haber viajado en el tiempo una semana atrás, lo de mañana entre el Huesca y el Xerez es una final, o como dice el técnico del Deportivo, algo más que una final. Los xerecistas vuelven al Municipal de Chapín dos semanas después y lo hacen, como se dice comúnmente, con una mano delante y otra detrás. Principalmente porque el aficionado azulino no tiene ni idea de lo que se va a encontrar mañana a partir de las 18 horas en el municipal jerezano. El desencuentro se puede dar, es una realidad, y, aunque es cierta que al equipo se le ha ovacionado, los silbidos siguen ganando en una hipotética balance.

Y no es para menos, todo sea dicho. Las últimas visitas a Chapín le han salido más que caras a los xerecistas. El equipo bajó del cielo de partidos como los disputados ante Sabadell o Celta, al infierno de insufribles espectáculos como ante el Almería. A Merino casi le cuesta el puesto, casi nada, y a la afición le costó la ilusión, o al menos a aquellos que se creyeron el mensaje de que este año tocaba mejorar lo de la temporada pasada. Es decir, que Chapín es sinónimo de problema y eso tiene que cambiarlo el plantel, no queda otra. Merino poco más podrá hacer al respecto, sobre todo tras el respaldo de la directiva cuando las cosas iban mal y el respaldo de los puntos ahora que se ha ganado casi dos meses después. Es la hora del que juega, es la hora del futbolista. Los pupilos de Merino han pasado al practicismo, o al menos eso es lo que se ha destacado en las dos últimas semanas desde dentro del vestuario. Yo, sinceramente, no creo que se esté jugando peor que antes, ni mejor, solo se están teniendo resultados (cuatro puntos de seis disputados). Por lo demás, todo seguirá igual si mañana no se gana, aunque en esta ocasión la fe de más de uno ya está al límite y con el abonado, la verdad, no se juega.