Los errores de Irán

El Gobierno iraní -aunque tal vez sería más exacto hablar del régimen iraní- decidió resolver sus diferencias políticas con el Reino Unido azuzando desde el Parlamento y en la calle lo que terminó siendo el asalto de la embajada británica por violentos comandos de jóvenes que incluso llegaron a retener a funcionarios extranjeros y solo a duras penas cejaron en sus ataques. Incluso si no han sido orquestados o posibilitados por los órganos de seguridad, resultan inaceptables, un adjetivo que hasta un portavoz iraní del ministerio de Exteriores utilizó para describir el incidente. A tal condición de ataque a la inviolabilidad de las sedes diplomáticos, un logro histórico de las relaciones diplomáticas, se une la condición de grave error iraní. En primer lugar, la condena es literalmente mundial y solo contribuye a acrecentar el aislamiento internacional del país, sobre todo en Europa, donde la UE prepara una severa respuesta colectiva. Y, además, hay indicios de que este desastre oficial se entiende en el marco de la guerra de tendencias visible en el interior del opaco régimen islámico iraní. No es seguro que el Ministerio de Exteriores o la presidencia del Parlamento estén conformes con lo sucedido, obra de elementos más fuera de control de lo que cabría esperar.