REACCIÓN EN CADENA
Actualizado:Después de que Israel afirmase que Irán disponía de la bomba atómica, del temor expresado por las autoridades nucleares de Naciones Unidas y las sanciones económicas perpetradas para presionar al régimen de los ayatolás, el ataque a la Embajada británica es, en el mejor de los casos, un pésimo síntoma. Parece la reacción del escolar que ha sido descubierto, y representa la frustración del régimen por el daño que se pueda ocasionar a la ya maltrecha economía iraní. También delata la división política interna con dos claros contendientes, el Gobierno de Ahmadineyad, acosado por la crisis, y los radicales islamistas leales al ayola de ayatolas, Ali Jamenei.
El enemigo exterior siempre ha sido un excelente vehículo para desviar las tensiones internas. Se trata de convertir la frustración de la penosa economía en un factor de cohesión, acogiéndose al adagio seudorrevolucionario de 'comeremos mierda, aunque no haya para todos'. Los radicales exhiben su furia homérica contra el 'pequeño Satán' y coadyuvan a que se anteponga el heroísmo numantino a la incomodidad del estado de sitio. Ahmadineyad fue el primero en lamentar la conducta de los feroces cachorros, sin apenas fuerzas para encarar otra crisis con Occidente. Mientras, los clérigos se frotan las manos y desempolvan el alfanje del abuelo al grito de 'muerte al infiel'. Una táctica planificada frente a la que la Policía se abstuvo, y que los expertos explican como un modo de frenar a los islamistas y a la corrupción. Oposición al alza desde que les robaran las elecciones en 2009.
Y aunque la Embajada ha sido desde 1979 un trofeo fácil, el nerviosismo internacional ante la acelerada nuclearización ha llevado a que sea esta ocupación una de las más virulentas y provocadoras. Eligen al 'pequeño Satán' (RU) porque no alcanzan al 'gran Satán' (EE UU), y le atribuyen todos los males, confiados en el 'efecto Gargantúa'. Los británicos tragarán lo que sea para arrojarlo directamente y sin dejar rastro. El comercio no existe y los enlaces con la City están cortocircuitados. Las relaciones entre RU e Irán son un divertimento cuando se revela que durante la ocupación, además de robos inconcretos de imaginarios documentos, los manifestantes sacaron a hombros a su 'Graciosa Majestad' y exhibieron un poster de 'Pulp Fiction', con John Travolta y Samuel L. Jackson, que pasearon ante la mirada atónita de los fotógrafos a la puerta de la Embajada. Los corresponsales no daban crédito. Se preguntaban cómo era posible que la Legación del Imperio estuviese decorada como la habitación de un estudiante de 1994.
Pero si de una amenaza nuclear se trata, me temo que se ha iniciado la reacción en cadena. RU ha cerrado su Embajada iraní en Londres, y Noruega ha hecho lo propio con la suya. Sarkozy ha dicho que es un escándalo, que es como no decir nada, y Juppe reclama sanciones que paralicen al régimen, que congelen sus activos y embarguen su petróleo. Bla, bla, bla, a lo que Rusia y China se oponen desde el principio del conflicto. Bla, bla, bla...