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MUNDO

Hillary Clinton pone a prueba las reformas del Gobierno de Birmania

Viaja al país asiático para mostrar el compromiso de EE UU con un incierto proceso de democratización

ZIGOR ALDAMA
SHANGHAI.Actualizado:

«Llego con la intención de determinar, en nombre del Gobierno de los Estados Unidos, cuál es la intención del Ejecutivo birmano en lo que respecta a continuar con las reformas, tanto políticas como económicas». Hillary Clinton no pudo dejar ayer más claro el objetivo de su histórico viaje a Birmania, un país que ninguna secretaria de Estado norteamericana ha pisado en el último medio siglo. «Nosotros, como muchos otros países, tenemos la esperanza de que estos chispazos de cambio prendan un movimiento que beneficie a la población de este país», añadió en Seúl antes de embarcar con destino a la ciudad que hace seis años los militares designaron como capital para alejarse todavía más del pueblo: Naypyidaw.

Con su visita, que terminará tras haber cenado hoy con mandatarios del Gobierno y después de entrevistarse mañana por la mañana con la ganadora del premio Nobel de la Paz y líder de la Liga Nacional por la Democracia, Aung San Suu Kyi, Clinton da credibilidad a unas reformas políticas que han derivado en una extraña y silenciosa 'primavera birmana'. Sin haber disparado una sola bala, el régimen ha pasado a garantizar derechos sociales -como los de manifestación o de libertad de prensa- permite la organización de sindicatos e incluso ha liberado a doscientos de los 2.000 presos políticos existentes.

Sin embargo, la dirigente estadounidense no anunciará el levantamiento de las sanciones que pesan sobre el régimen. Y esa es, aducen los que recelan de las reformas, una de las razones más poderosas por las que se están dando estos esperanzadores cambios, entre los que se encuentra el registro del partido de Suu Kyi como contendiente de las futuras elecciones parciales en las que se decidirá quiénes ocupan los 48 escaños por los que no se pugnó en las generales de noviembre del año pasado.

Asunto espinoso

Además de dar un espaldarazo al posible proceso de democratización de Birmania, Clinton lleva en su agenda un asunto espinoso que ha recibido menos atención: conseguir información sobre la colaboración que existió entre el régimen de los militares y Corea del Norte, un país que, según un informe de Naciones Unidas, podría haber ayudado al que ahora atiende a la secretaria de Estado a diseñar un programa nuclear. El nombre de China también flotará en el aire. El gigante asiático es el principal aliado de Birmania: construye infraestructuras y sirve de válvula de escape económica, ya que gran parte del comercio con origen o destino en el país del sudeste asiático tiene que viajar a través de territorio chino para evitar las sanciones impuestas por gran parte de la comunidad internacional, que también restringe las posibilidades que las empresas extranjeras tienen de establecerse en Birmania.

Pero, además, este lunes se puso en evidencia que la amistad con China es mucho más que puramente pragmática. El comandante en jefe del Ejército birmano, Min Aung Hlian, visitó Pekín y se entrevistó con el vicepresidente Xi Jinping, quien le aseguró que «China continuará trabajando para crear una amplia estrategia de cooperación». Sin duda, no ha sido la mejor forma de dar la bienvenida a Clinton.