Una democracia viva
Actualizado: GuardarQué tipo de Parlamento es aquel que impide a la cuarta fuerza política de España tener grupo propio? ¿Qué tipo de justicia hay en las leyes cuando hoy mismo nos preguntamos si un partido como UPyD puede tener derecho a una voz propia y reconocible en el Congreso? Y, sobre todo, quién será el gobernante que termine con estos desajustes que causan vértigo democrático y desconcierto entre los votantes. Parece que finalmente UPyD, el partido que lidera Rosa Díez, y Amaiur, la formación de izquierda abertzale, tendrán su propio grupo avalados por la doctrina del Tribunal Constitucional, que en su día dio luz verde a otros partidos que, incluso con menos representación, fueron capaces de formar grupo propio en la Cámara baja. Lo queramos o no, estamos ante una prueba de madurez democrática que exige de la Mesa del Congreso, en la que el PP tiene mayoría absoluta, sentido común y de la oportunidad. Al PP le va a costar mucho comerse el sapo que hará que los de Amaiur tengan su grupo, que es lo mismo que tener más tiempo para intervenir, más posibilidades para preguntar, más capacidad para presentar iniciativas y, lo que es más importante, más posibilidades para crecer como formación. Cuanta más presencia más facilidad para concretar una voz en el Congreso, y más facilidad para crecer. El PP ha de tomar una decisión que le incomoda, pero no tendrá más remedio que aceptar una realidad que el propio TC ha avalado. Y no podrá hacer con UPyD algo distinto de Amaiur, porque ambos partidos parten de realidades muy semejantes. Es la hora de la verdad. No hay tiros ni asesinatos. Es verdad que esperamos más. Pero ayer decíamos que en democracia y sin violencia cualquier idea se puede defender. Yo lo pensaba ayer y lo sigo pensando hoy.
La periodista Gabriela Cañas escribía días atrás un oportunísimo artículo en ‘El País’, –Díez y Durán antes que los banqueros–, en el que ponía números y porcentajes a nuestro sistema electoral, imperfecto y caprichoso. No es fácil de entender que asumamos con tanta frialdad lo que en sí mismo es una aberración democrática: en España un hombre no es un voto. En algunos sitios un hombre vale como cinco votos. En otros no llega a su propio voto. Cómo entender si no que a UPyD cada diputado le haya costado 230.000 votos y al PP 58.000. La democracia es un sistema vivo, o debe serlo. Las leyes pueden y deben ser modificadas. La democracia exige ser revisada y para eso hace falta una cierta valentía y determinación. Rajoy tiene una gran oportunidad. El PP no dijo nada en la campaña de reformar la Ley Electoral. No tendrá más remedio. Seguir así es suicida, y más cuando los políticos son un problema. Y más cuando la representatividad de algunas instituciones está en tela de juicio. Gobernar más que un acto de responsabilidad lo es de inteligencia. Y Rajoy lo sabe.