VOLARE

Penso che un sogno così non retorna mai piú», decía la bella canción tristemente aquinquinada por Gipsy King. Habla de alguien que volaba por el cielo en un sueño y estaba feliz sintiendo el viento en la cara.

La cuestión es que yo antes también soñaba eso; que iba por la playa y empezaba a correr y, de repente, de un salto, empezaba a volar como si lo hubiera hecho toda la vida. Así, realizaba trayectos de cientos de kilómetros hasta que mi vecina, el camión de la basura o cualquier nota llamando a su colega «Adri» en medio de la noche me despertaba.

Ahora ya no, ahora sueño con la prima de riego, con los recortes, con la que nos espera, con lo que vamos a perder de sueldo y de trabajo y con mi alumnado y los progenitores de algunos de ellos que de vez en cuando vienen a reñirme. Estoy pensando en mudarme a Italia. Sí, porque si la crisis es la misma en los dos países, tengo por seguro que ellos saldrán antes. No cabe duda, ¿cómo se van a dejar vencer?, ellos que fueron capaces de convencer al mundo para que comiera pizza, que en una triste y anodina provincia comenzaron a fabricar bugatti, maseratti, lamborghini y ferrari, que sin cultivar una hectárea de café lo preparan de un modo inigualable, que lideraron el mundo de las artes siempre que les dio la gana,.

Me quiero ir. Los italianos tan tramposos y chapuceros se ponen las pilas y punto, si hace falta se recurre a Su Santidad para que haga horas extras rezando, pero salen del pozo. Mientras, los españolitos estarán pensando que como los eliminaron en la Eurocopa, están por encima de ellos y, a la vez, se consuelan pensando que hay alguien peor. Para entonces, ya estaré soñando de nuevo que vuelo en el cielo infinito.