El Valle de los Caídos
El nuevo Gobierno del PP deberá decidir sobre la propuesta de la comisión de expertos de trasladar los restos de Franco
Actualizado: GuardarEl futuro del Valle de los Caídos queda en manos del nuevo Gobierno presidido por Mariano Rajoy, después de que una comisión de expertos creada por el Ejecutivo saliente haya hecho públicas sus recomendaciones.
La cuestión, vinculada al polémico asunto de la memoria histórica, es ardua y engorrosa, y probablemente la nueva mayoría sentirá la tentación de archivarla, pero aunque no se trate de un problema perentorio -en realidad, es de menor cuantía en estos tiempos de crisis-, merece un desenlace, tanto para terminar de ubicar y asentar el universo simbólico de la democracia cuanto para dar un destino digno a la Basílica de Cuelgamuros e instalaciones anejas, trabajosamente construidas con el sudor de miles de prisioneros políticos y que se están deteriorando a ojos vista por la falta de decisiones positivas sobre su destino.
La comisión de expertos, formada por catedráticos e investigadores, no ha logrado la unanimidad pero sí un pronunciamiento por sólida mayoría -sólo ha habido tres discrepantes en el concreto asunto de trasladar o no a otra parte los restos del dictador- en torno a una propuesta que parece razonable: convertir el monumento en un homenaje a todas las víctimas de la guerra civil, haciendo así de la memoria colectiva un instrumento de paz y reconciliación. Para ello, lógicamente, el Valle de los Caídos debería perder primero el carácter de monumento funerario a Franco, cuya tumba preside la Basílica, y que desfigura evidentemente el sentido de superación de la guerra civil que se le quiere otorgar al grandilocuente escenario.
El informe en cuestión especifica que, teniendo en cuenta que en el Valle están enterradas "víctimas de uno y otro lado de la contienda, la comisión propone darle un significado distinto al que motivó su creación durante el franquismo: convertir lo que "significaba a unas víctimas e invisibilizaba a otras" en un "lugar para la memoria de todas". Tras esta cambio conceptual, la comisión propone frenar el deterioro de las instalaciones, dignificar el cementerio -afectado por filtraciones que impiden identificar los restos-, erigir un monumento en que se inscriban los nombres de las víctimas enterradas y crear un centro de meditación cívico y un centro de interpretación del Valle, que explique a los visitantes cómo, cuando y por qué se construyó el megalómano monumento.
Como se ha dicho, la única objeción, planteada por Pedro González-Trvijano, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón y por Feliciano Barrios, versa sobre el traslado de los restos de Franco; los discrepantes entienden que dicho traslado sería "inoportuno y contribuiría a dividir y radicalizar la opinión pública". La familia de Franco y la Fundación Francisco Franco se oponen también al traslado.
Parece sin embargo que la opinión pública va por otro camino: si de lo que se trata es de convertir el franquismo en un hecho histórico y de restarle cualquier carga ideológica, que sería hoy totalmente extempoánea, lo mejor sería que los restos de Franco descansaran en un cementerio convencional, con toda la dignidad que la familia considerara necesaria.
Mantener a Franco en su ostentoso túmulo actual no sólo representa un embarazoso encargo para la Iglesia católica, que gestiona la Basílica, sino que impide la normalización del monumento como vestigio histórico de una época que merece ser conservado y, por consiguiente, lo mantiene absurdamente como un anacronismo en ruinas, al margen de los circuitos culturales e históricos de la realidad actual.