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El marido de esta trabajadora lleva cinco meses sin cobrar, y sobrevivir al día a día se ha convertido en toda una aventura para esta joven familia. :: JAVIER FERGO
problemática laboral en jerez

El drama de Acasa, con nombre propio

En el hogar de Lidia y Sergio no entra un euro desde hace dos meses y temen que les quiten su vivienda

Almudena Doña JEREZ.Actualizado:

Lidia tiene la mirada triste. Con solo 24 años, sobre sus espaldas lleva una pesada carga que no le deja conciliar el sueño, pensando en un futuro que se le antoja oscuro y lleno de incertidumbres. Ella, su marido y su hija son víctimas de la aciaga crisis en la que está sumergido el país y por ende la ciudad, y que provoca situaciones dramáticas para un número cada vez mayor de ciudadanos.

En su caso concreto, la joven ha tenido la mala suerte de vivir la inestabilidad laboral de la mano de la concesionaria de ayuda a domicilio, Acasa, mientras que su marido sufre algo parecido o peor aún en un laboratorio dental que no termina de pagar a sus trabajadores. La cuestión es que desde hace dos meses no entra ni un solo euro en casa, que es el tiempo que la concesionaria lleva sin abonar las nóminas, a lo que se suma que su pareja, Sergio, no recibe nada desde hace cinco meses.

En estas condiciones, la vida de esta familia se ha convertido en una verdadera odisea para llegar a fin de mes. «Con lo que cobro apenas si llego -explica la afectada-, ya que mi sueldo es muy pequeño y mi marido solo gana 300 euros, así que imagínate ahora que me faltan las dos últimas nóminas. Hemos tenido mala suerte, porque a mi marido comenzaron a darle limosnas en la empresa, unos 50 euros en junio, hasta deberle ya cinco meses. Mi madre nos está ayudando, pero ella también trabaja en Acasa así que está igual que yo. Los vecinos nos dan lo que pueden, si un día tengo cinco euros pues compro dos kilos de patatas y huevos, y así vamos tirando».

Aunque de momento no creen que llegue a faltarles la comida gracias a la solidaridad de los que les rodean, lo que más temen es que acaben siendo desahuciados del piso que comparten en la calle Cristal, cuya hipoteca lógicamente en estos momentos no pueden afrontar. «Debemos ya algunas cuotas. Hace poco quisieron quitárnosla y tuvimos que pagar a plazos cerca de 3.000 euros, pero ya no sabemos qué va a pasar. Yo llevo tres años trabajando en Acasa y nunca hemos cobrado bien. Mientras, los intereses en los bancos van sumando y llevamos dos meses sin pagar la luz ni el agua».

Para colmo de males, su trabajo le pilla bastante lejos de casa y tiene que gastar una gasolina que cada vez resulta más cara. «No tengo ni para tomarme un café en el trabajo. Muchas veces cojo la moto y no sé si voy a quedarme tirada por ahí, porque no he podido echar gasolina». Todo ello repercute de forma inevitable en su labor diaria, pues confiesa que a menudo carece de ánimo y no sabe «qué cara poner al usuario; pero claro, ellos no tienen culpa de nada».

Fechas complicadas

En estas fechas, Lidia y Sergio encaran con más tristeza que nunca la situación, puesto que su hija de cuatro años no para de mirar revistas y hacerles propuestas sobre los regalos que pedirá a los Reyes Magos. «No sabemos si vamos a poder comprarle algo, porque tampoco nos han dado esperanzas de que cambie la situación. Estas fechas son muy tristes, tu hija te pide cosas y no se las puedes dar. Cada vez son más cosas, se tienen que dar cuenta los responsables de lo que estamos pasando las familias».

La joven se dirige con ello al Ayuntamiento y a la Junta de Andalucía, que son las administraciones encargadas de transferir a la empresa los fondos necesarios para que ésta pague las nóminas. Unas administraciones cuyas arcas raquíticas tampoco pueden hacer frente a unos gastos cada vez mayores. Mientras ello se evidencia, los dramas familiares se suceden y a trabajadoras como las de Acasa se les hace cuesta arriba el día a día y se les convierte el futuro en una inquietante incógnita. La única arma que les queda son sus ansias de lucha, por lo que continuarán con las movilizaciones y llegarán a donde haga falta para que, al menos, los jerezanos sean conscientes de su particular tragedia.