Historia en una burbuja
Los arqueólogos del CAS rastrean el pasado a través de las piezas históricas que llegan al centro
Cádiz Actualizado: GuardarCon su bata blanca, unos cascos y unas gafas para protegerse los ojos, Cristina limpia una masa informe salida de los fondos de la bahía gaditana. Con un pequeño torno similar a los que usan los dentistas en sus limpiezas, retira restos de piedra, sal y minerales. Por la forma y la experiencia acumulada desde hace años, la arqueóloga intuye que lo que sujeta es una empuñadura de arma blanca. Eso sí, concrecionada como resultado de pasar casi dos siglos bajo el agua. Como una burbuja del tiempo, cuando termina de retirar las partículas que la recubren, el mango de un sable o una espada aparece entre sus manos. En su mesa, hay numerosas piezas arqueológicas envueltas en bolsas de plástico y perfectamente etiquetadas. Una llave, una diminuta ficha de dominó, restos de vasijas cerámicas...
Desde que estos objetos le fueron arrebatados al fondo del mar, varios operarios como ella trabajan en la restauración de materiales, con la esperanza de que permitan avanzar en el conocimiento de nuestra historia y ofrecer información de cómo era la vida cotidiana en los navíos de principios del siglo XIX. Yes que todos estos objetos salieron de dos de los pecios modernos más importantes que yacen bajo las aguas de la costa de Cádiz, los de los navíos franceses Fougueux y Bucentaure.
El Centro de Arqueología Subacuática de Cádiz puso en marcha en 2000 el Proyecto Trafalgar, con vista a localizar los barcos hundidos en la cruenta batalla librada frente a las costas gaditanas el 21 de octubre de 1805. Esta investigación llevó a identificar en 2006 los pecios de los dos buques franceses, el ‘Fogoso’ y el ‘Bucentaure’, este último insignia de la flota combinada franco-española.
Fueron precisamente estos y otros muchos objetos, con la ayuda de las fuentes documentales, los que ayudaron a arqueólogos e historiadores a establecer una cronología y una nacionalidad. «Este es un trabajo muy duro. No nos planteamos nunca expectativas, porque no siempre tenemos resultados», reconoce la directora del CAS, Carmen García Rivera.
En este caso, todo salió bien, después de años de estudios y una rigurosa investigación. «Un objeto sólo es importante si aporta información histórica», aclara. Según la veterana arqueóloga, los pecios de barcos hundidos son como «burbujas de la historia». Muchas veces, tras quedar sepultados en el fondo de mar, cuando se descubren aparecen casi intactos, a la espera de que los expertos descubran sus secretos y extraigan la valiosa información que han custodiado durante siglos.
En el caso del Fougueux fueron varias las piezas clave para su identificación, desde material quirúrgico usado en el barco, vajillas, armas blancas y de fuego, a botones de uniformes y monedas. «Estas piezas te pueden dar mucha información de cómo era la vida cotidiana a bordo», explica la directora mientras enseña una de las monedas encontradas en el ‘pecio de las Morenas’, ubicado frente a Camposoto. «Algunas de las monedas recuperadas, como esta, pertenecen al reinado de Luis XVI, que fue ejecutado en 1793 durante la Revolución Francesa. Si uno se fija, en el anverso aparece la eficie del monarca tachada con una gruesa línea».
Estas monedas convivieron durante años con las republicanas, acuñadas más tarde. Según los expertos del CAS, la coexistencia no se produjo hasta 1803.
Para Carmen García, otro elemento, no tan atractivo a primera vista, fue decisivo para arrojar luz sobre este episodio histórico. Se trata de una ‘llave de chispa’, un artilugio de bronce usado para encender la mecha de los cañones.
Pero hay elementos que los arqueólogos han preferido no sacar del agua, como los 31 cañones del Fougueux que reposan junto a los restos del navío en San Fernando. «Nuestro lema es no sacar lo que no sea necesario», apostilla la arqueóloga, ya que algunas piezas al cambiar de medio se deterioran rápidamente. «Primero es preciso saber de qué material está hecho, si es hierro, cerámica o madera», así como si hay garantías suficientes de que vaya a poder conservarse. En este punto, la directora del CAS muestra dos cañones, uno del pecio del Bucentaure, perfectamente conservado, y otro que pasó un tiempo a la intemperie en el puerto. El segundo está prácticamente estropeado y «tiene daños irreversibles», se lamenta.
Plan Nacional
Pese a que ya a finales de los años noventa el CAS empezó a elaborar una Carta Arqueológica de los yacimientos que rodean la costa andaluza, el verdadero impulso en la protección del patrimonio arqueológico subacuático llegó con el acuerdo que firmaron en 2009 el Ministerio de Defensa y el de Cultura, por el cual, el primero se comprometía a aportar los medios técnicos y humanos necesarios para localizar los restos de interés del litoral español.
Después de una primera campaña, en la que se localizaron cerca de 130 posibles pecios –de los cuales 84 podrían tener interés arqueológico–, ha arrancado una segunda fase centrada en el área comprendida entre la desembocadura del Guadalquivir y Tarifa, considerada una de las de mayor interés del mundo. Solo en esta zona se cree que hay alrededor de 800 pecios, de los 3000 que se piensa reúne toda la costa española.
Pendiente de estudios más exhaustivos, el CAS ya ha solicitado a Defensa unos barcos más maniobrables que los cazaminas de Cartagena que participaron en la primera campaña. «Estaría bien que fueran de la zona, para no estar tan supeditados a las condiciones climatológicas».
Pero, ¿qué medios técnicos se usan para rastrear los fondos marinos? Los barcos de la Armada cuentan con tecnología de última generación, como un sónar de profundidad variable, capaz de detectar, localizar e identificar objetos sobre el fondo hasta a una profundidad de 250 metros. También se dispone de un vehículo de control remoto que graba imágenes de los contactos. Luego, los expertos del CASson los encargados de evaluar si las anomalías detectadas corresponden a yacimientos arqueológicos.
Los arqueólogos todavía trabajan en las piezas del Bucentaure y el Fougueux, ya que a veces se tardan varios meses en limpiar algunos objetos. Por ahora, el CASsolo ha realizado algunas entregas parcipales al Museo Provincial, donde van a parar siempre todas las piezas halladas en la provincia. «La entrega total la haremos pronto», apunta Carmen García, por lo que queda poco para que los gaditanos puedan observar estos ‘pedazos de la Historia’.