A SUS PIES, SEÑORA MERKEL
Actualizado: GuardarTodavía no se ha sentado Rajoy en el sillón presidencial y ya ha levantado sospechas. La olla a presión de la canciller echa humo y hay mucha prisa por ordenar la mesa, aunque esté desmantelada. No es que se le pida al nuevo mandatario que tome medidas, sino que se le exige que tiene que definir sus planes y hacerlo rápidamente. Todos sabemos que un buen guiso no es incompatible con la modestia de sus elementos, pero sí con la prisa. La cocina rápida delata una contradicción en sus términos: una de dos, o cocina o rápida y no debe confundir la velocidad con el tocino.
Hay que pedirle tiempo al tiempo, ya que sabemos que tiene mucho por delante, pero como todos los ricos no es partidario de dar nada. Habrá que ponerse manos a la obra, pero si nos empujan no vamos a saber dónde se ponen primero. El Tesoro coloca letras al interés más alto del que recuerdan los más viejos avaros. El nuevo líder todavía no ha soltado prenda sobre quién será ministro de Economía. Tendrá que pensarlo. Mientras, se ve con Zapatero, que es una forma cortés de perder el tiempo, mientras crece la crisis más deprisa que los calendarios. Será urgente, aunque quizá no sea imprescindible, crear muchas comisiones para facilitar el traspaso. No se teme tanto a los escollos del camino como a las zancadillas que puedan ponernos, a pesar de que van en cabeza, los otros peregrinos.
Hay rachas malas y rachas peores. Su Majestad el Rey, al que casi todos deseamos eso que en las notas de sociedad llaman un «rápido restablecimiento», ha tropezado con una puerta que era de entrada y de salida. Hace bastante que practica eso que en argot de boxeo llaman «defensa facial» y que consiste en parar todos los golpes con la cara. Una y otra vez, ha sabido sobreponerse. Quizá debiera conseguir de la señora Merkel que no empujase tanto. Las cosas de palacio van despacio y no digamos las cosas de la calle, donde los recortes han llegado a los comedores de beneficencia. En algunos han suprimido las cocinas.