Exdeportistas, la vida cuando giran los focos
Los antiguos atletas de élite han buscado una nueva etapa en la política, la hostelería o negocios familiares
ValladolidActualizado:Hay vida más allá del deporte, una vida alejada de los focos, de las portadas y de la "burbuja" en la que algunos deportistas reconocen haber estado inmersos; el tránsito hacia el anonimato es a veces tan complejo como traumático y otras, la prolongación de una carrera de éxito.
No existe un perfil claro de lo que es un exdeportista cuando termina su trayectoria, aunque buena parte de esa línea se traza sobre su formación. Muchos se hacen técnicos pero otros se dedican a algo que nada tiene que ver con su pasado. Así por ejemplo, el salvadoreño Jorge "Mágico" González, exjugador de Valladolid y Cádiz, ejerció de taxista durante varios años en Estados Unidos.
Del agua seccionada en ocho calles salió la mejor nadadora de Castilla y León, Henar Alonso. Fue una pionera, incluso obtuvo la primera beca de la Federación para entrenar en Mission Viejo, un centro de la Baja California en el que estaban los mejores nadadores del mundo. Al mando de una empresa, ahora investiga, fabrica y exporta todo el material que produce. Bañadores, por supuesto.
Otros exdeportistas como Abel Antón y el ademarista Héctor Castresana han guiado sus pasos hacia la política, igual que lo ha hecho el exfutbolista del Valladolid Luis Minguela, que se convirtió en el primer alcalde del PP en Laguna de Duero (Valladolid).
Sobre los paralelismos entre el deporte y la política, Minguela ha asegurado: "Haber practicado deporte hace que no te rindas nunca, yo ni cuando gano ni cuando pierdo me vuelvo loco, lo que pasa es que en el deporte puedes resarcirte de una derrota en siete días y en política tienes que esperar cuatro años".
Otro exblanquivioleta, Manuel Llacer, guardameta del Valladolid en los 80, es propietario de un taller de reparación de automóviles, mientras que Víctor Ferreras, que además de en Valladolid militó en Sevilla y Hércules, tiene una empresa de ambulancias en Benavente (Zamora), prolongando la senda que inició su padre en este sector. Por su parte, Manuel Peña, exjugador de Valladolid y Zaragoza, fue concejal de Deportes en Ponferrada y es ahora comercial de seguros.
Al mundo de la hostelería se entregan cada día el ex boxeador Alfonso Cavia "El Cubi" y los exjugadores del Valladolid Santi Cuesta y Dragan Isailovic. Curiosa es la biografía de éste, que sigue siendo el fichaje más caro de la historia del Valladolid -550 millones de pesetas en 1998 (3,3 millones de euros)-, y ahora es propietario de un céntrico restaurante en la capital vallisoletana.
"Isa" era un proyecto de estrella pero, con 36 años, ha vivido la cara más ingrata del fútbol. Internacional en todas las categorías en su país, su destino eran la gloria, primeras páginas, la vanidad y un Ferrari, pero todo se diluyó tras una grave lesión.
El delantero serbio era titular cuando tuvo ese percance jugando un partido en Salamanca. Estuvo en el Valladolid que en la temporada 99/00 alcanzó la mejor clasificación de los últimos años (octavo puesto). Todo le iba bien cuando estalló la guerra en su país, el conflicto de Kosovo. En aquellos momentos, relataba diariamente esa contienda y la situación de su familia.
Poco antes de que su estado de ánimo se viera afectado por aquel conflicto bélico se supo que el Atlético de Madrid había intentado ficharle, pero ya había jugado su quinto partido con el Valladolid, lo que impedía su traspaso y coartaba su progresión. Después se marchó al Burgos y más tarde a Portugal, al AEK Larnaca chipriota (con el que jugó UEFA), a Bulgaria y también militó en el Alcoyano. Ahora retirado, habla siete idiomas y los martes juega al fútbol sala con amigos, su hijo Alex y compañeros del local que regenta.
Otro exjugador del Valladolid ligado al mundo de la gastronomía es el argentino Daniel Gilé, quien en la localidad murciana de Águilas ha hecho de su restaurante un museo de la historia del Valladolid. Allí están, entre otras "joyas", el banderín y el balón de una semifinal de Copa del Rey ante el Valencia en 1979.
Pese a la lejanía, Gilé no ha desconectado nunca de Valladolid. Ha sido capaz de hacerse 720 kilómetros en varias ocasiones para jugar unos minutos con los veteranos. Sólo por volver a vestir la camiseta albivioleta, a su juicio "la más bonita", ha dicho a Efe.
"En alguno de esos partidos sólo he jugado diez minutos y después he vuelto a coger el coche para regresar, ya de noche, a Águilas", ha asegurado Gilé, paradigma de fidelidad a unos colores.
La creación de las asociaciones de veteranos, principalmente en clubes de fútbol, ha permitido rescatar del olvido a viejas leyendas pero otros se han labrado una vida al margen del deporte y hallaron un futuro triunfante en actividades completamente ajenas a él.