El discurso de Rajoy
Cumple la primera condición de un mensaje así: alimentar la esperanza en circunstancias adversas
Actualizado: GuardarTras la fiesta electoral ha quedado el eco del discurso de Rajoy, un alegato convincente con frases de las que podrían hacer levantar la copa metafórica de la esperanza colectiva y brindar. Desde luego Rajoy no es Lincoln en Gettysburg , tampoco Mandela blasonando los miedos profundos de la nación o Churchill apelando a la sangre y las lágrimas por Inglaterra, pero hizo un discurso interesante por varias razones. De momento cumple la primera condición de un mensaje así: alimentar la esperanza en circunstancias adversas. Sólo se trata de palabras, pero ese suele ser el primer combustible de la esperanza. Eso sí, aún es pronto para saber si es el primer discurso de Rajoy como gobernante o el último del candidato. O sea, está por ver si se queda en mera retórica o es su vademécum real en la Moncloa. La partitura pinta bien.
No es habitual en España prestar demasiada atención a los discursos. Hay al menos dos razones. En España brillan pocos oradores de talla, sobre todo en la clase política, y así será mientras en las escuelas del país no sea práctica habitual adiestrar a los estudiantes para razonar y exponer en público sus argumentos como en otros sistemas educativos. La segunda razón es casi más desalentadora: aquí se desdeñan los discursos porque prevalece el sectarismo. Cada mitad del país no oye a la otra mitad porque previamente ya desprecia cualquier cosa que se pueda decir en nombre de ‘sus’ ideas; y casi tampoco se necesita oír a los líderes propios porque en definitiva se les va a apoyar al margen de lo que digan. Así no es raro que, a diferencia de otros países, aquí no haya discursos considerados patrimonio colectivo de la nación que los niños lean y casi aprendan de memoria. Otra de esas anormalidades comunes en España.
Rajoy no es un orador brillante. Aún resulta irónico ver colgado su discurso en Internet con el rótulo del partido de que el candidato podría hacerle cambios. Estaba escrito y memorizado. Si en el debate Rajoy optó por leer, su mensaje de la noche electoral era como un tema de oposición, cantado para nota. Tal vez eso delate su personalidad de opositor, de estudiante modélico. Pero hizo un buen discurso ante una nación atribulada. Y algunas de esas ideas son ahora la tabla para el país en pleno naufragio: «solo habremos salido adelante si salimos todos juntos» o «somos una gran Nación, entre otras cosas porque nuestra diversidad es fuente de grandeza y nos enriquece». Eso no es exactamente lo que él ha practicado en la oposición, pero hay que brindar por que sea lo que haga como presidente confiando que su política se parezcan a sus palabras y no ocurra, como tantas veces, que las palabras se las lleve el viento del poder.