Después del safari

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Las elecciones nos han dejado huérfanos del culpable, menos de que lo eligiéramos. Ahora viene el traspaso del poder, que pesa mucho. Los detractores del ex Zapatero, en gran número procedentes de sus filas, dudan si era más tonto que Pichote o si el llamado así y él eran la misma persona. ¡Ay! de los vencidos. Es la interjección no sólo más corta, sino más expresiva que puede oírse en la Historia. Desgraciadamente, en el momento actual también es audible para los vencedores. Los partidarios del PP también están obligados a compadecer al vencedor. Al sereno y terco Rajoy le ha caído una buena, llena de males. Se la ha buscado él, pero al encontrársela es bastante peor. El safari ha dejado esquilmada la selva y hasta los tigres suspiran por un bocata.

Nuestra virtud jamás fue la piedad, pero si nos queda algo debemos reservarla para el futuro presidente. ¿Qué puede hacer con los 4.987.300 parados? Solo evitar que no lleguen a los cinco millones.

Tampoco eso de sanear la banca se logra en un pispás: ni recomponer la política exterior; ni despolitizar la Justicia. El panorama que se encuentra este hombre le hubiera provocado un desmayo a cualquier vigía. ¡Tierra quemada a la vista!

La gestión última de lo que Gabriel Albiac llama «una banda de avispados» nos ha metido a todos en un buen lío. Los mercados no hacen demasiado caso al desenlace del 20-N y siguen a lo suyo, que es presionar sobre la deuda y el déficit. ¿Cómo podrá dormir Mariano? Lo mejor es que no se acueste o que eche una cabezada en el carro del poder y sueñe que un magnicidio sería la única manera de descansar. Debemos desearle una larga vida. Cuatro años de insomnio son más de los que registran los calendarios.