EL CUENTAKILÓMETROS
Actualizado:El carro del vencedor, que siempre está repleto, ha cogido tanta velocidad que no está de más, aunque tampoco esté de menos, advertirle de que vienen curvas. Los estados de euforia se diferencian de los de abatimiento en que suelen durar menos. Somos muchos, o por lo menos somos algunos, a los que no nos gustan los triunfos aplastantes. No hay por qué aplastar a nadie, ya que luego cuesta mucho trabajo enderezarlo. Está claro que los votantes españoles, que no son todos los españoles que votan, han identificado la palabra cambio con la mejoría. La cortés estulticia del presidente Zapatero ha devaluado el éxito de Rajoy hasta el punto de que no sabemos si ha ganado abrumadoramente unos o son los otros que han perdido con rotundidad. Es la hora de los analistas, pero sobre todo es la hora de comer. «Lo primero el empleo», se hace constar en el eslogan de los que han ganado, pero habrá que hacer cola, como en los comedores de Cáritas.
Lamento que el sistema haga posible el desperdicio periódico de muchas personas valiosas. Cuando pierde su partido no pintan nada y no somos tan ricos como para perder nada y mucho menos como para perder a nadie, aunque sea defensor del sistema socialista, que no solo tiene razón de ser, sino de existir. Socialistas fueron Beltrand Russell y Besteiro, entre otros muchos millones de personas que estaban convencidas de que es beneficioso que todos los medios de producción se pusieran al servicio de la colectividad. Una tesis opuesta al capitalismo, regido por el máximo beneficio y caiga quien caiga.
En fin. No quiero divagar, que es lo mío, sino recomendar mesura, que debe ser de todos. El trayecto va a ser muy largo y no conviene llevarse mal con los que van en el mismo tren, aunque vayan en vagones diferentes. Veremos a ver qué pasa, mientras las seguimos pasando canutas. Para levantar cabeza no es estrictamente necesario que otros tengan que agacharla. La vida da muchas vueltas. Y España muchas trechas.