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Psoriasis, una patología más allá de la piel

Las terapias biológicas cambian la forma de tratar a los pacientes, ya que se evitan los efectos secundarios a largo plazo de las terapias clásicas

REDACCIÓN
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La psoriasis es una enfermedad inflamatoria de la piel, crónica, no contagiosa, que se caracteriza por la presencia de placas escamosas en forma de brotes. Se calcula que actualmente algo más de un millón de españoles la padecen. Pero la psoriasis va más allá de la piel. La asociación con otras enfermedades repercute tanto en el manejo de esta enfermedad, como en su evolución, así como en el tratamiento a seguir por parte del dermatólogo. Y es que está comprobado que está relacionada con procesos inflamatorios crónicos como las artropatías o la arteriosclerosis.

Entre un 5 y un 30% de los pacientes con psoriasis desarrollará artritis psoriásica. «Esta comorbilidad es más frecuente en personas con antecedentes familiares, con psoriasis en las uñas y cuero cabelludo o que tienen grandes superficies afectadas por placas psoriásicas. Además en los pacientes con psoriasis la HTA, obesidad, DM, síndrome metabólico y dislipemias tienen una prevalencia mucho mayor que en la población general», explica el doctor José Luis López Estebaranz, jefe del servicio de Dermatología del Hospital Universitario Fundación Alcorcón y director Médico de DermoMedic. De aquí que en la actualidad, los dermatólogos consideren que se deba ofrecer un abordaje integral del paciente psoriásico.

Detección a tiempo

Los especialistas en Dermatología gozan de una posición estratégica a la hora de detectar estas enfermedades. Por ejemplo, en casos de artropatía psoriásica, la piel precede a la afectación articular en el 75-80% de los casos, apareciendo esta última entre 5 y 10 años después del inicio de la enfermedad cutánea.

En menos de un 20% de los casos el orden de aparición de los trastornos es el inverso, por lo que el dermatólogo se encuentra en una situación privilegiada para realizar un diagnóstico de forma precoz de la existencia de afectación articular y así poder establecer un tratamiento que evite la aparición de lesiones articulares irreversibles.

De forma similar, los expertos deben detectar la presencia de otras enfermedades concomitantes (HTA, enfermedades cardiovasculares, etc.) que pueden repercutir de forma importante en la ‘morbi-mortalidad’ de los pacientes.

En cuanto a los posibles tratamientos, el dermatólogo «debe tener un conocimiento amplio de los posibles efectos adversos, interacciones y repercusión de los tratamientos en las patologías asociadas en estos pacientes psoriásicos», explica Estebaranz, para evitar interferir en el curso de la enfermedad de la piel.

Existen otras terapias, como las biológicas, que juegan un papel diferente en esta enfermedad. Hay fármacos que no valen para tratar psoriasis y artritis psoriásica al tiempo. «En estos casos, el tratamiento más indicado es el realizado con fármacos biológicos que han demostrado eficacia y seguridad para tratar ambas enfermedades inflamatorias. Hoy día, gracias a la terapia biológica, el tratamiento de los pacientes con psoriasis ha cambiado de manera radical, ya que permite realizar tratamientos a largo plazo, que no se podían hacer con la terapia clásica porque tenían efectos secundarios a largo plazo. Estos fármacos biológicos han demostrado aclarar las lesiones cutáneas de la psoriasis y evitar también la destrucción articular que produce la artritis psoriásica», concluye el director médico de DermoMedic.