De nuevo, solo ante el peligro en un clima de funeral
MADRID.Actualizado:Solo. Sin nadie que le arropara en el escenario. Alfredo Pérez Rubalcaba tenía en la sede de Ferraz a buena parte de su equipo electoral, al presidente del PSOE y vicepresidente del Gobierno, Manuel Chaves, a la vicepresidenta, Elena Salgado, al ministro de Trabajo, Valeriano Gómez y, sobre todo, a José Luis Rodríguez Zapatero. Pero prefirió enfrentarse en solitario al micrófono para reconocer la derrota más cruda que jamás haya sufrido el PSOE.
Lo hizo en la sala Ramón Rubial, en la que se reúne la ejecutiva, esta vez abarrotada de simpatizantes y dirigentes alicaídos. Sus más afines, y también su mujer, Pilar Goya, seguían en primera fila su intervención mientras los más animosos coreaban ¡Rubalcaba! !Rubalcaba!. La agonía duró poco. Muy pronto supo el PSOE que no había consuelo posible, y muy poco tardó el candidato en leer los 13 breves párrafos de su discurso.
A la calle Ferraz se habían acercado escasas 500 personas al principio de la noche. Y tan rápido como llegaron, se fueron. Es que no andaba el cuerpo para fiestas.