El euro resiste la crisis de la deuda
En los últimos doce meses, la prima de riesgo de España ha aumentado el 136% por el ataque especulador El cambio de la moneda común con el dólar apenas se ha recortado un 15% desde sus niveles máximos
MADRID.Actualizado:En el epicentro de la crisis de la deuda soberana europea, el euro resiste sin sobresaltos. Mientras doce de los diecisiete países socios de la moneda única están viendo fuertemente encarecido el coste de su financiación a largo plazo, tres de ellos -Grecia, Irlanda y Portugal- han sido rescatados e Italia y España se encuentran en el foco de los ataques especuladores, la divisa única muestra una resistencia sorprendente. Los inversores desconfían de los países, de la capacidad de sus políticos para contener el gasto y de la voluntad de los dirigentes europeos para colaborar en un verdadero gobierno económico común, explican los expertos.
Los efectos de la tormenta que se abate sobre la deuda han supuesto un lastre para las Bolsas pero, en las últimas jornadas, también la renta variable se está librando del contagio directo. Y los analistas buscan mientras tanto explicaciones para la fortaleza que está demostrando el euro. Con datos del cierre de la bolsa del viernes, un euro se canjeaba por 1,35 dólares, apenas un 15% menos de las 1,60 unidades que alcanzó en el punto máximo de cotización máxima de su historia, en el arranque de 2008.
Tan ligero deterioro se registra en momentos en que la prima de riesgo de España -rentabilidad extra que se exige al Tesoro de un país respecto a la que Alemania paga por sus títulos equivalentes- se encuentra en 441 puntos básicos, un 136% más que hace justamente un año. La de Italia se mueve por encima de esa magnitud -468 puntos el viernes-, mientras las de Austria y Francia se acercan o rebasan los 200 y la de Bélgica ha superado los 300. El descalabro se ha producido para todos estos países con igual rapidez, pese a que alguno como Francia conserva la máxima calificación de solvencia en sus emisiones.
No es, por tanto, una crisis del euro -el valor de la moneda apenas se ha resentido- sino del modelo de convivencia de los países. La pertenencia a un área monetaria común complica la vida a los países más vulnerables -y ahora, también, a muchos de los más poderosos- porque los vínculos establecidos en la Unión son limitados, y los grados de desarrollo, asimétricos. Y los líderes han empezado a hablar lenguajes distintos.
Cuando Alemania aboga por «más Europa» está exigiendo que sus socios cedan soberanía en la decisión y el control sobre sus presupuestos, mientras otros países querrían que la solvencia germana les sirviera de garantía para obtener financiación más barata. Merkel considera a otros miembros de la zona euro unos manirrotos, y estos la atacan por su inflexibilidad a la hora de acudir en su socorro.
Así se explica que la aplicación de los acuerdos del 26 de octubre, que deberían servir para sofocar la crisis de la deuda, se eternice, mientras los especuladores se aprovechan y el Banco Central Europeo está tratando de apagar el fuego con compras masivas de títulos italianos y europeos, lo que saca de quicio a los ortodoxos alemanes sin resolver el problema de fondo.
Partidaria de reformar los tratados para imponer más disciplina económica, Alemania se muestra contraria a que los cambios permitan ampliar el campo de actuación del BCE. Si la autoridad monetaria no puede comprar deuda directamente a los países emisores, le queda la posibilidad de seguir realizando compras masivas en los mercados secundarios -donde los inversores negocian entre ellos la deuda ya emitida- y de asumir un mayor compromiso con esa estrategia.
Sin compradores
Pero las tensiones no van a ceder porque, tras una semana de infarto, las circunstancias que han contribuido a la irracionalidad de los mercados persisten. Los analistas advierten de que los ataques contra la deuda soberana de los países más vulnerables se están viendo favorecidos por la falta de liquidez y la ausencia de interés comprador. Por añadidura, hay gran abundancia de títulos como consecuencia de las abultadas ventas que realizan los grandes bancos. Bruselas les ha exigido apuntarse un menor valor por la deuda de determinados países -España entre ellos- que las entidades tienen en su cartera. Para no tener que aumentar su capital en la cuantía correspondiente a ese deterioro, algunas instituciones optan por desprenderse de los bonos cuanto antes. El exceso de títulos y la escasez de interesados en hacerse con ellos provocan que haya que pagar cada vez más para convencer a los escasos compradores.