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rebeldes frente al régimen

Unidos contra la dictadura

LA VOZ reúne a cuatro firmes defensores de la democracia que participaron en la propaganda contra Franco. Cuatro gaditanos recuerdan sus acciones en contra del régimen en una época de silencio, represión y miedo

ANA LEÑADOR alenador@lavozdigital.es
Cádiz Actualizado:

Aunque el tiempo pasa inexorable, y la memoria se llena de nebulosas, algunas fechas parecen grabadas a fuego. Javier Anso no se olvida de aquel 17 de julio de 1976 en el que su colegio, el Chaminade, albergó un acto pro-amnistía que se saldó con once detenidos en Cádiz, entre ellos él, claro, religioso marianista que estudió Políticas y Derecho en Madrid. Un acto de valentía que encerraba un gran riesgo para los ciudadanos. Eso sí, como ejemplo de las contradicciones que albergaba aquella España, mientras él y otros compañeros comparecían ante el juez en comisaría, el gobierno declaró la amnistía y regresó la libertad. Una libertad soñada durante años por muchas almas valientes que no se resignaban a un mundo de violencia, represión e impunidad.

Con motivo de la inauguración de la exposición 'Papeles contra el poder' en el Archivo Histórico Provincial, que recopila documentos propagandísticos contra el régimen recogidos en Cádiz, LA VOZ ha reunido a varios testigos de aquella España de miedo y silencio que sin embargo optaron por oponerse al poder y trataron por todos sus medios de desestabilizar al Estado.

Sindicalistas como Manolo García Túñez o José Macías, el político Rafael Román y el director del colegio San Felipe, Javier Anso, compartieron durante una mañana recuerdos, anécdotas y relatos de aquella época clave en la historia de nuestro país.

De la misma manera que en su mente se mantienen frescas las imágenes del acto en Chaminade, otros dos sucesos aparecen en sus relatos mientras observan las fotografías y documentos que se muestran en el Archivo: el proceso 1001 y el proceso de Burgos.

Un panfleto que pide la libertad para los tres presos andaluces condenados en 1973 junto al resto de la cúpula directiva de Comisiones Obreras hace que Manolo, miembro del sindicato, rescate aquel episodio de su memoria. «Fue de los juicios más polémicos, tuvo que suspenderse cuando atentaron contra Carrero Blanco». Entonces, se vivieron horas de gran incertidumbre, ya que «podía ocurrir cualquier cosa».

Rafael Román asegura que cuando corrió mayor riesgo fue al encerrarse en una iglesia en su época de estudiante en Salamanca. Fue en diciembre de 1970 como apoyo a los 16 miembros de ETA condenados por asesinato en Burgos. «Allí estuvimos hasta que nos echaron y por supuesto me costó no poder presentarme a algunos exámenes», recuerda el socialista.

A Manolo el asociacionismo clandestino y su apoyo a los trabajadores de Astilleros le llevó a pasar trece meses en la cárcel. En 1973 los trabajadores se pusieron en huelga y como la mayor parte no era de plantilla, el sindicalista gaditano los animó a unirse para reivindicar mayor estabilidad en la empresa. «Como soy bajito me subieron a una grúa para dirigirme a todos ellos», recuerda con una sonrisa. No obstante, su osadía le llevó a la comisaría esa misma noche. Miembros de la Brigada político-social fueron a buscarle a su casa y ante la aterrada mirada de su familia, fue conducido a la comisaría de San Fernando, recién inaugurada. «Fui el único de CC.OO. que cogieron ese día, pero allí había gente del Grapo, otro compañero de UGT...».

Según Manolo, el sindicato les decía cómo actuar en caso de que fuera detenidos. «Yo no acusé a nadie, dije que había sido yo solo, que no tenía ningún contacto». Por muy extraño que parezca, no sentía miedo, sino odio ante «los chulos de la brigada». Tres días y tres noches pasaron los presos allí encerrados. Luego llegó la cárcel. Aunque fue condenado a 5 años, solo cumplió un año y un mes, momento en el que salió con una fianza de cien mil pesetas, «un dinero aquel entonces». Fue posible gracias a la solidaridad de sus camaradas pero también a dos curas de la ciudad. «La mitad del dinero lo pusieron Gregorio López y Jesús Maeztu», párrocos del Cerro del Moro. Un detalle que no olvidará jamás.

El papel de la Iglesia

Indudablemente, un sector del clero apoyaba a Franco, pero fueron muchos los sacerdotes que apoyaron la lucha política clandestina. Igual que los antes citados, en la capital, José Araujo (más conocido por 'Pepe el Capuchino', párroco de La Pastora) y el jesuita Horacio Lera eran solidarios con sindicalistas y comunistas. «La educación en aquel entonces iba en la línea del concilio y la libertad», asegura Javier Anso. De hecho, el papa Pablo VI fue famoso por su oposición al régimen franquista.

Antes de consagrar su vida a Dios, Javier fue elegido primer delegado del Sindicato Democrático de Estudiantes Universitarios de Madrid, dispuesto a boicotear las elecciones del SEU, compuesto por falangistas. «Fue una etapa preciosa de mi vida, donde conocí a muchas personas que apoyaban la democracia y que luego se convirtieron en importantes políticos, como Virgilio Zapatero».

«Éramos conscientes de que vivíamos en un sistema anómalo», reconoce Rafael Román, que comprobó como era vivir en un país libre cuando estuvo en Alemania. Igual que Manolo Túñez, que forjó su espíritu sindicalista en Francia.

José Macías también fue testigo directo de aquel hostigamiento cuando trabajaba en Telefónica y día sí, día también, llegaban los policías a pinchar teléfonos. «Lo llamaban seguimiento de llamadas maliciosas», afirma. «Un día nos dimos cuenta de que uno de los teléfonos puenteados era de un amigo». El miedo estaba muy presente, pero eso no les impedía actuar. Según el director de San Felipe, «el riesgo existía». Uno se jugaba «una detención, una paliza o que tu familia tuviera problemas». Aun así, «el miedo no te paralizaba». A esto se unía que entonces, «personas de distintas ideologías podían trabajar juntas». Fue posible entonces y según ellos, en un momento de crisis como el de ahora, también es necesario. Es cierto que la juventud no está igual de concienciada, pero elogian fenómenos como el 15-M que acreditan que, si bien no con los mismos objetivos, la lucha social aún está viva.