Última oportunidad en Siria

El ministro ruso de Asuntos Exteriores describe la situación en Siria como «bastante parecida a una guerra civil». Aunque se refería a un ataque de militares desertores a una instalación militar, la definición es adecuada. La crisis deriva lentamente hacia una guerra civil, porque el régimen, que cuenta con partidarios resueltos y fuerzas de seguridad leales, resistirá largo tiempo. Se sabía que el liderazgo sirio vendería cara su piel y el hecho no puede ignorarse por quienes aún creen posible un arreglo y trabajan por él. La Liga Árabe en primer lugar, tras haber tomado la iniciativa de la presión sobre Damasco, prorrogó el miércoles por tres días su ultimátum antes de excluir a Siria de la organización. El régimen sirio se suicida poco a poco porque, aunque no será abatido fácilmente, su manejo del conflicto es una estúpida mezcla de crueldad e impericia. Tuvo ocasiones, como el buen plan turco en agosto, de encarrilar la revuelta hacia un desenlace dialogado, pero optó por la fuerza bruta y también ignoró el plan, oficialmente aceptado, de la propia Liga a primeros de este mes. Los próximos días son, pues, la última y remota oportunidad, de terminar una matanza indigna y contraproducente.