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opinión

Votar sin crímenes

El domingo iremos a las urnas sin el miedo de tantos años. Que nadie nos robe esa alegría

José María Calleja
Actualizado:

Por primera vez desde que recuperamos la democracia en España, este domingo vamos a ir a votar con la certeza de que nadie ha sido asesinado en campaña electoral y con el convencimiento de que la banda terrorista que ha ensangrentado la vida española desde hace años está derrotada y no volverá a matar.

Han sido muchas las campañas electorales de todo tipo en las que la banda dejaba su siniestra firma y asesinaba –la última, en las anteriores generales de 2008, cuando tiroteó al socialista Isaías Carrasco en Mondragón–, a los que marcaba como enemigos políticos, a un supuesto drogadicto o al que tocase en función de la campaña de turno. La firma del atentado en campaña era una manera de aventar miedos entre los votantes no partidarios del nacionalismo vasco radical, de dejar claro que los votos a HB eran votos a una banda que asesinaba y de fijar que fuera del asesinato no había otra forma de ventilar las diferencias políticas.

En esta ocasión, los militantes socialistas y populares han respirado con una libertad que antes no tuvieron, han podido dirigirse a sus electores en una libertad no completa aún, pero incomparablemente mayor que la que no tenían hace años, cuando se veían obligados a dejar de hacer campaña para ir a un funeral. Me llama la atención que no se esté resaltando lo bastante este dato histórico, esta vez sí. Me duele que no se esté poniendo de relieve este hecho sin precedentes, cuando el terrorismo ha sido tantas veces casi monotema de otras campañas, cuando durante tantos y tantos años se ha vivido con ansiedad el final del terrorismo, el cese de los crímenes. No se si esta parquedad se debe al espíritu cenizo y cicatero de algunos, o a la tendencia a no hablar de las cosas que van bien y quedarse a vivir en las que van mal, o al peso abrumador de la hormigonera de la crisis. Lo cierto es que a partir de ahora los que han puesto a las víctimas en esta siniestra historia van a poder hablar en voz alta, van a poder decir lo que piensan sin jugarse la vida y que este nuevo clima permitirá poner las cosas en su sitio. Los que han apoyado durante años a los que mataban no podrán atizar ahora ese argumento añadido para imponer sus planes y deberán someterse, cada convocatoria un poco más, a las opiniones de los ciudadanos que a lo mejor no se atrevían a votar, o a pensar distinto, y que ahora saldrán del armario.

Es verdad que las siglas herederas de aquellas que apoyaron la violencia han sido premiadas, pero es seguro que con el paso del tiempo esa euforia electoral se ajustará.

El domingo votamos sin el miedo de tantos años, con la certeza de que no ha habido crímenes y con la seguridad de que hemos derrotado a la banda terrorista. Que nadie nos robe esa alegría.