opinión

Entristecido y luminoso

La vulgaridad se abre camino entre nosotros de una manera que descorazona y aturde

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Leo con interés una entrevista al filósofo Emilio Lledó. Es un hombre mayor al que yo ya veía así incluso cuando tenía 20 años menos. Sus formas exquisitas, su educación, su imagen de sabio despistado me recuerdan que no hay tantos como él en nuestro país. Es un hombre inteligente y sorprendentemente desconocido. Puede que deba de ser así, puede que la gente como Lledó solo tenga que ser conocida por una minoría exquisita que decide vivir la vida con la intensidad y la vitalidad que dan el conocimiento y el pensamiento. Está visto que en nuestras memorias hay sitio para las biografías de los jugadores de fútbol y los personajes huecos y prescindibles que la televisión nos ofrece como modelos. La vulgaridad se abre camino entre nosotros de una manera que descorazona y aturde; el rechazo a la lectura, la falta de interés por los cimientos que sustentan nuestra civilización, la indiferencia ante la obra de arte o el razonamiento de un filósofo de vía ancha como Lledó son síntomas de que algo está pasando y no somos capaces de identificar.

El autor de ‘Memoria de la Ética’ le dice a Juan Cruz, en El País, que está preocupado; que en realidad deberíamos estar todos preocupados por dejar este país «entristecido y luminoso» en manos de «oportunistas e ineficaces». Don Emilio tiene la delicadeza de no señalar, para qué. Por sus obras los conoceréis, dice Mateo en el Evangelio. Y sin embargo su llamada cae en saco roto. Lo que nos dice este sabio refinado y permanentemente pegado a la estela de los clásicos griegos es que la política no es una actividad para unos pocos, que nos está llamando continuamente a todos los que tenemos algún tipo de preocupación por la cosa pública. Si está en manos de hombres oportunistas e ineficaces, si la dirigen gentes sin educación es culpa de todos. Tengo claro que cuando decimos en las encuestas que los políticos son un problema para los españoles creo que en realidad estamos diciendo esto: los españoles somos un peligro para nosotros mismos. Nos parecemos demasiado al objeto que criticamos. Lledó cita a ‘La República’ de Platón y a ‘La Política’ de Aristóteles para decir que la salvación de los pueblos se consigue a través de la decencia y la cultura. Tengamos la humildad de mirar a nuestro alrededor y pensemos en cuánto hemos avanzado.

El avance nos ha llevado a una dictadura económica europea. Sí, claro, hay dictaduras que sin disparar tiros dominan naciones y ponen y quitan primeros ministros. Las agencias de calificación están cambiando Gobiernos en Grecia e Italia sin elecciones. Y mientras tanto una cosa que se llama eje franco alemán se prepara para gobernar Europa. Un amigo me lo acaba de recordar: La historia se repite 2000 años después. Primero cayó Grecia, luego Roma… Llegó el tiempo de los oportunistas. El tiempo de los ineficaces. Y de los bárbaros.