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MINERO

«Acabaría con la corrupción y apostaría por la minería»

De cara al 20N, el minero asturiano Alberto García pide a la clase política “que cumpla sus compromisos con este sector”

EVA MAYORDOMO
LANGREOActualizado:

“No vi el debate, tengo que madrugar; a las seis de la mañana estoy en pie”. Alberto García, minero de 38 años, se enteró “de que salió mejor parado Rajoy, o eso dicen” por la prensa la mañana siguiente. El día posterior al enfrentamiento televisivo entre los candidatos a presidente del Gobierno, en el Pozo Maria Luisa, situada en la localidad carbonífera asturiana de Ciaño, los temas de conversación no fueron la prima de riesgo, las agendas ocultas o el color de las corbatas de los contendientes. “Lo de siempre, el fútbol y el trabajo” ocupó la mayor parte de los comentarios a más de 500 metros bajo tierra, en las instalaciones de las que la empresa HUNOSA extrae este mineral fósil en el concejo de Langreo.

A Alberto, que nació a pocos kilómetros de allí, en El Entrego, la profesión le viene de familia. Hijo y nieto de trabajadores del carbón, primero se dedicó a la siderurgia como soldador. En el 2006 salieron plazas para incorporarse a la hullera, y recibió el respaldo de su padre. De su madre no tanto, ya que temía los peligros de una profesión que le era bien conocida. No obstante, con 33 años comenzó a trabajar de minero en la categoría de mecánico de explotación. Gracias a su formación previa como soldador, algunos días está a la luz del sol –metafórica, del taller- reparando diferentes útiles y herramientas. Otros, desciende a las profundidades de la cuenca minera asturiana de siete de la mañana a una de la tarde.

Y espera seguir haciéndolo”por lo menos hasta 2018”, la fecha marcada por la Unión Europea para la finalización de las explotaciones de lo que se conoce como carbón nacional. Él mismo califica su sector como “en decadencia, como tantos otros”. Por ello, la crisis global le preocupa, pero lleva más tiempo inquieto deseando “que se cumplan los compromisos adquiridos con la industria minera; la empresa va perdiendo personal y no lo repone”. Guarda la esperanza “de remontar, podemos hacerlo si los partidos cumplen con este sector”. Así, “podríamos vivir de la profesión, en una zona que siempre fue referencia”. Pide para Asturias “que no se cierren más pozos, porque es una fuente de energía propia, la única que tenemos en España”.

Por ello, cuando se le pregunta por sus planes de futuro a cuatro años vista, en su caso no prevé un cambio sustancial, “haciendo lo mismo”. Pero si lo extrapola “a algunos compañeros que acaban de entrar con 20 años, o los que son ya mayores, no lo tiene tan claro. Tendrán que prejubilarse, supongo”

Recuerda que antes “todo el mundo tenía trabajo, todos estaban preparados y había trabajos buenos, ahora tienen muchos problemas, especialmente los jóvenes sin educación “. Sin embargo, no olvida que el combustible fósil patrio, y especialmente la zona que lo alberga en gran parte, las cuencas mineras asturianas, lleva en crisis “muchos años”. Para él, “es verdad que con el ladrillo se perdieron muchos puestos de trabajo, pero aquí no hay más que ver todo lo que se perdió en el metal, en la hostelería de esta zona. Es un reflejo de lo que vivimos”, en referencia a la reconversión industrial que ha transformado económica y socialmente todas las localidades cercanas.

Su primera decisión

Y eso que su primera medida como hipotético líder del Gobierno español se centraría “en eliminar la corrupción, que está tan de moda ahora”. La alerta sobre el déficit público también cala en esta zona del Principado. A continuación Alberto seguiría “apostando por el carbón para que fuera rentable, y para tener una fuente de energía nuestra”. Más planes para salir del bache, “dar más atención a la sanidad y a la educación”. No tiene hijos, pero si los tuviera “les diría que estudiaran, para tener un trabajo mejor”.

Entre Rajoy y Rubalcaba, este último le supone una “esperanza”, mientras que el líder popular es “desilusión”. Preferencia para muchos previsible, atendiendo a la tradición sindical intrínseca de la minería, que adquiere dimensiones propias de los libros de Historia, y que aún se mantiene en los carteles y mensajes de sindicatos que adornan las instalaciones del pozo. Alberto sonríe mientras comienza a desprenderse de guantes, lámpara, casco –bajo la atenta mirada del ingeniero técnico de seguridad- y se aleja. Mañana más. Por lo menos, hasta 2018.