Otra inexplicable ausencia
Ademas de la educación, los grandes partidos han decidido no entrar en otro tema que a todos nos afecta: la sanidad
CATEDRÁTICO DE DERECHO POLÍTICO Actualizado: GuardarEn ocasión anterior y en estas mismas páginas, he criticado con fuerza y con no poca sorpresa, que, ante la actual campaña electoral, los grandes partidos parecen curarse en salud advirtiendo a los ciudadanos que «no iban a entrar» en el tema de la educación. Duro golpe para quienes a la docencia nos dedicamos, de inferior a superior grado. Salvo que se trate de una declaración 'para no asustar' a los miles de votantes. De no ser por ello, las preguntas se agolpan. ¿Hemos de seguir con el actual desastre de la enseñanza media, tan plagada de ausencias fundamentales y tan lastrada por la acumulación de planes y ciclos de anteriores experiencias? ¿Qué hemos hecho con la selectividad ahora convertida en triste coladero? ¿Qué está pasando con el llamado Plan Bolonia en la Universidad? ¿Es posible continuar con el actual sistema de acceso sin oposición a los grados de Titular y Catedrático de Universidad, mientras ahí siguen los sistemas para convertirse en jueces, notarios, registradores de la propiedad y hasta funcionarios de Ayuntamientos? Si así seguimos, ¿cómo es posible que se pretenda una mayor valoración a nivel europeo?
Pero, en los últimos días, un nuevo 'no tocar' agranda mi duda. Tampoco 'se va a tocar la sanidad'. Y ello como si se tratase de no tocar la alimentación de pájaros. Y antes de avanzar en párrafos, vaya mi mejor consideración al excelente número de personas que superan con creces su dedicación a la sanidad. Me refiero al sistema y no a sus componentes.
Pienso que estamos ante uno de los problemas más importantes de nuestra España actual y que está pidiendo a voces una profunda reforma que ahora no se anuncia. Su evolución ha recorrido el mismo camino que nuestro propio desarrollo económico. Cuando se universaliza el seguro de enfermedad no hay medios públicos para atenderlo y son los médicos quienes, además de las consultas privadas, tienen que atender, como pueden, a los asegurados. Posteriormente (años cincuenta y sesenta) se multiplican los hospitales y se crean los ambulatorios que a todos atienden (seguridad social, seguros privados, etc.). Y así llegamos a nuestros días. Ante esta proliferación uno podría suponer resuelto el problema. Pero no lo está ni mucho menos. Cualquier tipo de gobierno tiene la imperiosa obligación de estudiar a fondo este problema y no es lícito soslayarlo. Si no es así, el espectáculo es inconcebible y uno acaba por no saber dónde recae la culpa.
¿Hemos de seguir con los meses y hasta un año esperando para una intervención quirúrgica más o menos urgente? ¿Por qué en los hospitales suele haber una sola dependencia para urgentes? Claro que aquí también hay parte de culpa en el ciudadano que lleva a urgencias a su niña porque «está tosiendo o no come». Falta de cultura e insolidaridad, a la postre que también debiera corregirse a tiempo. Más en los casos normales, ¿son suficientes diez minutos de visita? ¿Se ha de seguir con habitaciones con dos, tres y hasta cuatro enfermos? ¿Dónde queda el derecho a la intimidad? ¿Qué atención de calidad queda por las noches en los hospitales o hay que esperar al especialista que vendrá mañana? ¿No se nos cae la cara de vergüenza al ver enfermos en los pasillos?
Repito. La culpa no es de los individuos. Lo es del sistema. Y el sistema no ha sabido asumir la masificación social en que vivimos, con no pocos pueblos sin médicos ni ambulatorios. Personalmente carezco de la capacidad de formular la mejor solución. Únicamente clamo ante el hecho de que «en la salida no se entre». Hasta ahora, lo realizado es suprimir ambulatorios y hospitales en una determinada y siempre llorosa región. Y no ha pasado nada. Pero hasta que no se tome conciencia del problema y se aborde a fondo, me limitaría a decir que menos aeropuertos luego fallidos, menos cemento para esto o aquello (que cuesta dinero y comporta comisiones) y hasta menos 'instituciones' regionales que para poco sirven. Y todo lo que eso cuesta, que no es poco, a sanidad. La ciudadanía estoy seguro que lo entenderá. Mucho mejor que tener que llevar a un enfermo a no sé cuántos kilómetros que está el hospital.