Urnas indignadas
El movimiento no logra reeditar las grandes movilizaciones de mayo, pero desarrolla una 'contracampaña' activa La mayoría del 15M duda entre la abstención, el voto en blanco o el nulo
MADRID. Actualizado: GuardarEl movimiento de los indignados llega a las elecciones con la pretensión de consolidar sus propuestas y mantener el discurso crítico con la clase política y el sistema económico. Con menos fogosidad que en los pasados comicios de mayo, cuando brotó el espíritu del 15M en las plazas de toda España, el colectivo trata de mantenerse activo en las redes sociales, su campo de acción, y trasladar sus protestas a la calle. El momento álgido llegará en la víspera electoral, el 19 de noviembre, cuando hay convocada una 'jornada de reflexión colectiva'.
Como adelanto, el 15M volvió ayer a su particular 'epicentro', la madrileña Puerta del Sol. Horas antes, el colectivo puso a disposición de los ciudadanos sus 'urnas indignadas', en las que llamaba a participar en la elaboración de un programa electoral para «recordar a nuestros políticos que a quien tienen que escuchar es a la sociedad civil».
Como si ejercieran su derecho a votar, los ciudadanos depositaron sus papeletas, en las que previamente habían escrito sus propuestas a los políticos sobre los problemas que afectan al país. Ayer, el 'kilómetro cero' de la capital vivió otra concentración, esta vez de dimensiones más moderadas que las de antaño, en la que los indignados defendieron su ideario bajo tres lemas: 'Cambio de modelo ya', 'Defensa de lo público' y 'participación ciudadana, stop corrupción'.
La acción culminó con un foro en el que se leyó un manifiesto en el que se pedía la potenciación de lo público frente a lo privado; una democracia «no secuestrada por los mercados»; en la que «paguen impuestos los poderosos»; y «una persecución real» de la corrupción, con la incompatibilidad, por ejemplo, de cargos públicos y privados.
Además, el movimiento de los indignados solicitó un cambio de modelo urbanístico alejado de la especulación y la puesta en marcha de políticas de vivienda digna, con alquiler social de las casas vacías, moratoria de desahucios y la eliminación de ayudas a la compra. Los indignados exigieron también una economía social, que «reconozca que el trabajo es la única creación de riqueza», y, entre otros, el aumento de las áreas protegidas, el consumo responsable y las energías renovables. Pese a que algunos partidos, Izquierda Unida, Equo o UPyD, hayan recogido algunas de estas propuestas en su programa, el 15M mantiene intacta su intención de no identificarse con ningún grupo político.
Nueva oportunidad
Una vez trasladada la actividad del movimiento a las asambleas de barrio -el gran logro de los últimos meses-, el 15M ve ahora las elecciones generales como una nueva oportunidad de lanzar dardos críticos contra el bipartidismo de PSOE y PP. Defiende un cambio en el sistema política vigente y apuestan por otras vías de participación ciudadana y listas abiertas.
A la espera de que estas demandas se hagan efectivas, la 'contracampaña' del 15M no se detiene. Se mantienen las acciones para evitar desahucios y las asambleas de barrio siguen activas. Es cierto que el movimiento ha perdido visibilidad en los medios de comunicación y que las masivas reuniones de mayo que dieron la vuelta al mundo están lejos de poder igualarse.
Pese a todo, la demostración de que el espíritu callejero no ha muerto llegó con las marchas globales del pasado 15 de octubre. Una protesta que podría tener su continuación en la 'jornada de reflexión colectiva'.
¿Qué hacer entonces el domingo? Esta es la pregunta que circula en los foros del movimiento de los indignados. Pese a que el debate está vivo en las redes sociales, no existe todavía un criterio definido sobre las fórmulas de voto para los comicios. Las opciones que se manejan son la abstención activa, el voto en blanco y el sufragio nulo. Son las alternativas mayoritarias.
Pero también están quienes abogan por el apoyo a los numerosos partidos residuales que surgieron al rebufo del 15M, unas fuerzas políticas que, por otra parte, no tienen el consenso asambleario del movimiento.