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Baby Gaga

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ALady Gaga no le envidian las chicas de las revistas. Ella sale mucho más sin ser tan guapa. Bueno, igual es un bellezón, pero no lo parece camuflada bajo la pintura y los trajes imposibles. No lo necesita. Acaba de revalidar su título de nueva reina de la música con cuatro galardones en los Premios MTV. Pero Lady Gaga es más que una cantante de moda. Es una friki con mayúsculas, un icono de moda... un caso a estudiar. La conocemos por sus trajes de plástico y metal -muchos fabricados en España-, por sus shows rayanos a veces al mal gusto, por sus mohínes... Y uno intuye que ahí hay alguien más que peculiar. Que lo es o que quiere parecerlo, porque solo a ella se le ocurre ponerse un vestido de carne -25 kilos, recién fileteados- para acudir a una entrega de premios. «No soy un trozo de carne», bramó Gaga cuando los vegetarianos y las asociaciones de defensa de los animales se le echaron encima. Es de las que primero actúa y luego habla. O será que no la entendemos.

Así se sentía de adolescente. Incomprendida, atrapada en un mundo que no era el suyo. «En el instituto nunca fui de las chicas populares, me acosaban y se reían de mí. Recuerdo haber ido a clase de gimnasia y encontrar todo tipo de insultos escritos en mi taquilla. Cuando llegué a casa me puse a llorar, no quería volver al colegio». De ahí nace mucha de su fuerza, de una adolescente con nariz prominente, exceso de peso y muchos complejos. En lugar de exorcizar a sus demonios en la consulta de un psicólogo, ella los sube al escenario y allí acaba con ellos. Porque solo cuando los focos se encienden es ella.

La identidad, la identidad, repite como una cantinela. «Soy hermosa a mi manera, porque Dios no comete errores. Estoy en el camino correcto, nací de esta manera (...) No permitas que te hagan sentir menos, que te acosen o se burlen de ti. Diviértete y ámate a ti mismo porque, cariño, tú naciste así», canta en 'Born this way'.

Ella no nació como Lady Gaga, sino como Stefani Joanne Angelina Germanotta (Manhattan, Nueva York, 28 de marzo de 1986). El apodo se lo debe a la canción del grupo Queen 'Radio Ga Ga', que ella siempre cantaba. Se lo puso un amigo, sin saber que en pocos años esa joven que trabajaba de camarera y artista de burlesque para financiarse las veladas de jazz y los folletos con los que anunciaba sus propios conciertos sería la nueva reina de los escenarios, la sucesora de Madonna -con permiso de la ambición rubia-.

Lady Gaga tocaba en baretos, pero con oficio. Siempre fue muy insegura, pero con la música se transformaba. Creció escuchando a Michael Jackson, a Madonna, a David Bowie y a Queen. ¿Por qué no iba a ser uno de ellos? Empezó a tocar el piano con 4 años y a los 13 escribió su primera canción. «El mejor regalo de Navidad que me han hecho en la vida fue una grabadora que me compró mi padre con 11 años. Yo me sentaba al piano y me grababa». Acabada la educación obligatoria, se puso a estudiar Arte, pero dejó todo por la música. Conciertos pequeños -también componía para otros- y una actuación con bastante repercusión en un festival en 2007. El mismo amigo que la bautizó 'Lady Gaga' envió unas canciones que había producido con ella al ejecutivo discográfico Vicent Herbert, un buen ojeador. La fichó.

Distinta a todas

Pero Lady Gaga es más que «la madre monstruo». Es esa artista diferente que gusta a casi todos. Inimitable pero comercial. 'Bad Romance', 'Alejandro' -es su canción favorita y la escribió en Ibiza-, 'Judas', 'Telephone'... se han colado en los números uno y han animado veladas de discoteca en todo el mundo. Ha vendido 22 millones de álbumes -tiene solo dos, 'The Fame' (2008) y 'Born this way' (2011)- y 69 millones de sencillos. La revista 'Forbes' la ha nombrado la celebridad más poderosa e influyente del mundo y es también una de las más ricas, que en el último año amasó una fortuna de más de 60 millones de euros. Un pellizco lo dona. A Haití destinó 500.000 dólares, lo equivalente al beneficio de un concierto y la venta de 'merchandising'. Es millonaria en dinero y en fans, porque tiene más de 15 millones de seguidores en Twitter.

Una reina coronada de la noche a la mañana a la que apenas le ha dado tiempo a labrarse una leyenda negra. Antes de los veinte tomaba cocaína porque era «muy infeliz» y hoy se arrepiente de cada raya que se metió. «No toquen la cocaína, es un demonio». Y otro consejo: «Retrasen todo lo que puedan la primera experiencia sexual». A Lady Gaga solo se le conoce un novio, Luc Carl. Llevan juntos seis años -rompieron hace poco pero parece que vuelven a estar juntos-. Ella ha dicho que es bisexual pero que prefiere las relaciones con hombres.

Pero más que en las revistas, habla en el escenario. Va de gira con 30 camiones y en el camerino nunca falta el guacamole, un queso «sin olor y sin sudor» -un tiempo estuvo comiendo potitos para no engordar- y dos botellas de oxígeno. Tiene que alimentar el mito. Pero cuando se quita la peluca y el vestido de plástico, asoma Stefani: «Adoro a mi madre, tengo una gran familia».