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El correccional

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Nos ha metido en un establecimiento, sin puertas de salida, para corregirnos nuestra mala conducta financiera. Los regidores del centro -iba a decir del antro- son la señora Merkel y el señor Sarkozy, extraños compañeros de catre en busca de un somier donde pueda descansar el euro, que lleva algún tiempo desvelado. A la feliz pareja la llaman 'Merkozy', del mismo modo que podríamos llamar los afligidos españoles 'Rubaljoy' a nuestros tercos profetas. Se dice que la unión hace la fuerza, pero no puede darse entre anémicos. No obstante, debemos seguir confiando en nuestros pintorescos líderes. El cónclave ha mejorado con la exclusión de Berlusconi en Europa y con la de Papandreu en Grecia. Al primero lo puede reemplazar cualquiera que tenga vergüenza y al segundo lo va a sustituir otro papa laico: Papademos.

Todos sabemos a esta altura del partido dos cosas: que todo va muy mal y puede ir a peor. Entre el año que viene y el que vendrá después, Bruselas augura un desvío de 41.000 millones, pero ya no nos impresionan las cifras. Estamos acostumbrados a la zarabanda de guarismos seguidos por muchos ceros y sabemos que todos son en conducta. Por nuestro pésimo comportamiento nos han metido en un correccional. Su máxima regidora, doña Ángela, nos ha prometido defender la unidad de la eurozona. Cree que el euro es salvable, pero no dice para quién.

Es consolador descartar que no va a existir una Europa de dos velocidades, aunque una esté parada. Avancemos todos juntos, aunque sea en desunión. Incluso los que estamos los penúltimos de la cola aspiramos a adelantar algún puesto, al grito de «el que venga detrás arree», que a nosotros ya nos han metido suficiente prisa y estamos perdiendo muchas cosas en la carrera. Exceptuado el señor Urdangarín, su socio y otros muchos intachables caballeros que aún no han sido descubiertos, todos estamos muy preocupados por el incumplimiento del déficit pactado. Nos gustaría ser formalitos.