Rubalcaba promete que no se marchará el 20-N aunque la derrota sea estrepitosa
Asegura que no emulará a Joaquín Almunia porque si se produce una debacle se tomará un tiempo para pensar qué debe hacer
Actualizado: GuardarAlfredo Pérez Rubalcaba no dará un paso atrás el 20 de noviembre, pase lo que pase. Ni siquiera si los resultados electorales dejan a su partido por debajo de los 125 diputados que cosechó Joaquín Almunia en 2000, la barrera psicológica que en la mente de cualquier socialista simboliza ya la debacle absoluta. Quizá el paso de los días le haga cambiar de opinión. Pero su intención es resistir.
Que aguante para intentar aspirar después a la secretaría general del PSOE es harina de otro costal. Lo que de momento tiene claro el exvicepresidente es que no repetirá la escena protagonizada por el hoy comisario europeo de la Competencia la misma noche electoral en la que José María Aznar se alzó con la mayoría absoluta.
A pesar de que los sondeos vaticinan un reparto de escaños hasta cierto punto similar al de entonces, el contexto es distinto por muchos motivos. Y sobre todo, por uno: en la práctica Rubalcaba no tiene cargo orgánico del que dimitir. Él es solo candidato y, aunque oficiosamente eso le haya convertido en el líder del partido, nadie le ha elegido para nada más que para que represente sus siglas en una de las contiendas más complicadas de los últimos 30 años.
Él no niega que sea así. Lo dijo claramente ayer durante una 'twitterentrevista', una charla digital con usuarios de la red social Twitter por persona interpuesta. Le preguntaron si abandonará como Almunia y él recordó que no es secretario general. Pero en su respuesta firme hay todo un mensaje en clave interna. «Esa noche -subrayó- no me iré».
¿Y luego? Hasta ahora Rubalcaba se ha negado a contestar de manera clara, se ha solido quedar en un interpretable «ya veremos». Esta vez adujo que es una persona más bien «reflexiva» y que dará una respuesta cuando ya hayan pasado las elecciones. Pero, por lo pronto, se negó a fijar un resultado por debajo del cual consideraría obligado tirar la toalla. «Inhabilitar -dijo aferrándose a la literalidad de la pregunta- es un término muy duro».
En el PSOE son muchos los que dan por hecho que siempre y cuando se superen los 125 escaños, algo que en ningún caso aseguran las encuestas, será posible abrir una nueva etapa del partido en la oposición bajo su batuta. Por debajo, admiten en cambio, resultará casi imposible evitar un escenario de guerra fratricida para elegir, en el menor plazo de tiempo posible, al sucesor de José Luis Rodríguez Zapatero en la secretaría general.
El debate, aun así, ha quedado aparcado hasta que concluya la campaña. «Ahora estoy corriendo la recta final y recortando terreno», aseveró el candidato. «¿Por qué lo sabes?», espetó escéptico el director de la entrevista, el experto en comunicación política Antoni Gutiérrez-Rubí. «¡Ah, te lo digo yo!», replicó él ufano. «Los partidos tienen forma de saber lo que está pasando; eso un candidato lo nota».
Cálculo conservador
Hasta ahora, es cierto que el PSOE ha demostrado tener más capacidad de movilización para llenar los mítines que en las campañas protagonizadas por José Luis Rodríguez Zapatero para las autonómicas y locales de mayo. Pero también es verdad que en muchos casos las federaciones pecan de conservadoras con la elección de recintos de poca capacidad, como le gusta, por cierto, al propio Rubalcaba.
En Gijón, donde recaló tras su paso por Madrid para someterse al experimento 'tuitero' -es la segunda vez que realiza una entrevista de este tipo- logró llenar un aforo de unas 4.000 personas, según los organizadores. Sin embargo, entre quienes lanzaron sus preguntas a la Red hubo muchos exponentes del votante socialista descontento.
«Siento que nos habéis traicionado», leyó Gutiérrrez-Rubí. «Trato de convencerle de que no es así», replicó el aspirante; que hemos tenido que hacer cosas muy duras pero que gobernar a veces es tener que hacer cosas muy duras. Quizá hoy cuando vemos lo de Italia lo entendemos mejor». Salvó además al quemado Zapatero. Cuando le pidieron que le comparara con Felipe, se zafó Pérez Rubalcaba, quien dijo que «es como decir a quién quieres más, a papá o a mamá».