Editorial

Negros presagios

Solo con crecimiento se logrará romper el círculo vicioso que liga ajustes y desempleo

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La Comisión Europea hizo públicas ayer sus últimas previsiones, que anuncian un crecimiento para España de sólo el 0,7% del PIB tanto en 2011 como en 2012, frente al 0,8% y el 1,5%, respectivamente, que había previsto en primavera. Además, advierte de que se incumplirán los objetivos de convergencia durante el periodo fijado en el plan de estabilidad: según el organismo europeo, el déficit no bajará del 5,9% el próximo año (frente al objetivo del 4,4%) y se quedará en el 5,3% en 2013, muy lejos del 3% acordado. Esto ocurriría -añade Bruselas- si el Gobierno español no adoptase las «necesarias medidas de consolidación» que, da por hecho, Madrid acabará aprobando. Las autoridades comunitarias estiman que el Ejecutivo necesita acentuar el ajuste en 15.000 millones más el próximo año y en otros 23.000 millones en 2013. Además, la Comisión deja en el aire la posibilidad de una recaída: en el último trimestre de 2011, la economía española caerá un 0,1% pero si la crisis financiera no va a más, podríamos volver a crecer muy débilmente con el arranque de 2012, en cuyo caso sortearíamos la recesión. Poco después de conocerse estos augurios, Rajoy manifestaba desde una cooperativa agrícola de Tenerife que si gana las elecciones del próximo 20 de noviembre, liderará un Gobierno «serio» que «cumplirá con sus compromisos ante la UE». Evidentemente, Rajoy está decidido -y no podía ser de otra manera- a adoptar las medidas quirúrgicas que sean precisas para que nuestro país remonte el vuelo y eluda la bancarrota. La magnitud del ajuste suplementario que ya se nos insinúa como exigencia -38.000 millones de euros en 2012 y 2013- es brutal y desde luego su ejecución impediría pensar siquiera en reducir el desempleo; sin embargo, aún cabría la posibilidad que consiguiéramos crecer a mayor ritmo que el previsto, realizando profundas reformas estructurales que movilicen el crédito, animen la inversión y estimulen la iniciativa empresarial. Solo así, acentuando el crecimiento -un portento que ya está consiguiendo Irlanda, por cierto-, podríamos romper el círculo vicioso que liga ajustes y desempleo, y mitigar la dureza de la ineludible consolidación fiscal que ha de permitirnos empezar a atisbar la senda de la perdida prosperidad.