Bruselas presiona a Rajoy
Un ajuste de 38.000 millones de euros en dos años supondría la imposibilidad de abordar siquiera el principal problema que tenemos planteado, el desempleo, que continuaría incrementándose inexorablemente
MADRID Actualizado: GuardarEste jueves, la Comisión Europea anunciaba sus últimas previsiones económicas, en las que reducía las expectativas de crecimiento de nuestro país, que no cumpliría el programa de convergencia pactado con Bruselas –el que debe llevarnos a un déficit del 3% del PIB en 2013- a menos que procediera a efectuar una nueva y dolorosa consolidación fiscal: 15.000 millones de euros en 2012 y 23.000 en 2013.
El ajuste que se nos reclama es brutal –como término de comparación, conviene recordar que el gran ajuste realizado por Zapatero en mayo de 2010 fue de unos 15.000 millones-, pese a lo cual Rajoy se apresuró a manifestar que por supuesto, si gana las elecciones, su gobierno cumplirá escrupulosamente sus obligaciones.
Un ajuste de 38.000 millones de euros en dos años supondría, además de un gran sacrificio social, la imposibilidad de abordar siquiera el principal problema que tenemos planteado, el desempleo, que continuaría incrementándose inexorablemente. Incluso sin la consolidación requerida, sería muy difícil crear puestos de trabajo con tasas de crecimiento del 0,7%, que son las que la Comisión Europea nos atribuye para los próximos dos años.
¿Qué hacer entonces? Si no tiene lugar una cierta relajación en los objetivos, que no es descartable –si los mercados se tranquilizan, cabría quizá retrasar un año o dos el horizonte de la convergencia marcado en 2013, como ha pedido Rubalcaba-, no habrá más remedio que intentar crecer a toda costa a más velocidad de la prevista. Mediante profundas reformas estructurales, medidas tendentes a activar el crédito, y –dentro de lo posible- estímulos a la inversión. El designio no será fácil en absoluto pero no es imposible, y de hecho habría que tomar ejemplo de Irlanda, que, después de necesitar el rescate, está creciendo a tasas muy superiores a las que se pudo imaginar hace apenas algunos meses.
La Comisión no llega a diagnosticar si nuestro país entrará o no en recesión en los próximos meses: tras una reducción del PIB de una décima en el trimestre en curso, todo puede ocurrir. En cualquier caso, aunque las previsiones son inseguras, debemos anotar estos presagios, que nos señalan nuevos y graves sacrificios.