MUNDO

La opción Monti rompe el partido de Berlusconi

El excomisario europeo se perfila como nuevo primer ministro, pero falta el apoyo del magnate

ROMA. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El bloqueo político italiano parecía encarrilado la noche del miércoles hacia un Gobierno de emergencia de amplio consenso con el excomisario europeo Mario Monti como primer ministro. Era eso o elecciones anticipadas, e impera la opinión de que el país no se puede permitir pararse ahora para celebrar unos comicios en enero o febrero. Necesita ya un Ejecutivo fuerte guiado por una figura de prestigio que calme los mercados con medidas contundentes. Casi toda la oposición estaba de acuerdo por sentido de responsabilidad, aunque con los sondeos a favor hubieran preferido las urnas.

Sin embargo faltaba el visto bueno de Silvio Berlusconi, aún primer ministro hasta que dimita este fin de semana, una vez aprobadas algunas reformas prometidas a la UE. Era partidario de los comicios y el Pueblo de la Libertad (PDL) es esencial en un gabinete de concentración, pues es el primer partido italiano.

Al final, de madrugada, 'Il Cavaliere' habría cedido al Gobierno de Mario Monti, aseguraban las agencias italianas, y ayer se esperaba una toma de posición oficial que despejara definitivamente la salida de Italia de la crisis. De hecho, la Bolsa de Milán cerró en positivo con un 0,97%, el mejor resultado europeo, y la prima de riesgo italiana se relajó, tras la apocalíptica sesión del miércoles. Pero al final Silvio Berlusconi no habló y calló todo el día. Se lo pensará hasta el mañana o el domingo.

El magnate quiere ganar tiempo porque debe lidiar con una guerra interna en toda regla abierta en su partido a raíz del dilema que está sobre la mesa. Ya se hacen bandos y se cruzan declaraciones duras. Es pronto para dar por cerrada la crisis italiana, que agotará todo el tiempo disponible.

Reunión del PDL

La cúpula del PDL celebró ayer al mediodía una convulsa reunión de casi cuatro horas y al salir, el secretario general y virtual sucesor de Berlusconi, Angelino Alfano, hizo una declaración ambigua, paradigma de las que no se necesitan en este momento. Insistió en que la línea del partido, de momento, sigue siendo ir a las elecciones, pero quieren esperar a la ronda de consultas con los partidos que el presidente de la República, Giorgio Napolitano, celebrará entre mañana y el domingo, una vez que Silvio Berlusconi dimita de forma oficial.

Después el PDL reunirá su máximo órgano interno, la oficina de presidencia, y decidirá. Es decir, decidirá Berlusconi. Un factor que pesa es que su socio de Gobierno y aliado desde hace más de una década, la Liga Norte, ya ha dicho claramente que no piensa entrar en ningún Ejecutivo y quiere elecciones. Aunque en el fondo la Liga lo dice con la boca pequeña, porque teme las urnas y no le disgusta pasar a la oposición para dar de nuevo una imagen combativa a su electorado.

Fuera del país, naturalmente, crecía la presión. «La claridad política es lo primero que necesitamos, no sabemos quién guiará Italia y esto contribuye a la inestabilidad», insistió ayer la directora general del FMI, Christine Lagarde. También la UE aumentó su acoso con la advertencia a Italia de que el objetivo de equilibrar sus cuentas en 2013 ya no es factible y urgió a resolver «las lagunas» de la carta de buenas intenciones de Berlusconi con las reformas previstas. En esa línea, por fin se conoció ayer el paquete de medidas que se aprobará el fin de semana y no dejan de ser iniciativas menores.

Pero como ha ocurrido en Grecia, en Italia siguen a lo suyo. Pese a la aprensión general, la posibilidad de las elecciones aún sigue en pie y, objetivamente, es verdad que supone un gran esfuerzo imaginar con emergencia y todo un Gobierno en donde se sienten juntos PDL y el Partido Demócrata (PD), primera formación de la oposición. Se odian y estos días se degüellan sin miramientos en los debates de la tele.

Las urnas eran la opción de Berlusconi hasta que la noche del miércoles cambió de idea ante la cúpula del partido, convencido por el hundimiento de los mercados y la presión de muchos de sus colaboradores. 'Il Cavaliere' temía una escisión del sector descontento de los últimos meses, que apoya un Gobierno de transición y amenazaba con romper filas, pero ahora se han alzado los que quieren los comicios. Ayer se sucedió un rosario de declaraciones de sus ministros y dirigentes que mostraban una violenta división. Por un lado, ya se formaba un grupo parlamentario con diez de los diputados disidentes que han traicionado al primer ministro -por supuesto, con nombre rimbombante: Constituyente de los Moderados y de los Liberales- y se hablaba de nuevos abandonos.

Se cifran en 80 el número de potenciales desertores por este flanco en caso de desbandada. Pero por otra parte, el ministro de Infraestructuras, Altero Matteoti, habló de al menos 30 parlamentarios iracundos que quieren los comicios, mientras el subsecretario de la presidencia del Gobierno, Carlo Giovanardi, decía nada menos que «algunos harán gestos graves porque consideran que el Gobierno técnico es un golpe de Estado».

Así pues, Italia, la UE y la economía mundial deben seguir esperando. Y todo vuelve a depender de Berlusconi, como hasta el martes, cuando por fin dimitió. Es un estado de cosas algo inquietante, porque el líder del centroderecha suele hacer exclusivamente lo que a él le interesa.