OK CORRAL ANTE EL 2ON
Actualizado:La vida es un espectáculo basado en la influencia de los mitos, el influjo de las leyendas, la producción literaria y la realidad cotidiana pura y dura. Mezclen en dosis adecuadas tales elementos y obtendremos el gran espectáculo de la vida. La jueza Mercedes Alaya, por ejemplo, está instalada, únicamente, en dura la realidad diaria, y ya es un personaje público en la calidoscópica ciudad de Sevilla y su área de influencia.
Es la jueza que lleva el escándalo de los ERE que tantos dolores de cabeza está provocando en el Poder socialista. Igualmente, Alaya, es la jueza que anuló al pintoresco ex dueño del Real Betis, el llamado Manuel Ruiz de Lopera, cuestionándolo y dejándolo fuera de juego al pintoresco personaje sobre su pretendida propiedad sobre el Betis. Además, su señoría Alaya es una mujer muy atractiva que suele caminar en sus idas y venidas al juzgado correspondiente tirando de una maleta con ruedas y bajando, por lo general, su mirada. Los béticos la adoran y los gacetilleros no han podido arrancarle ni una sola entrevista. A este Betis que tanto viene penando en los últimos años, su señoría le ha dado vida y a los béticos no les importaría que el estadio bético llevara su nombre. Cosas de esta tierra.
Con todo, lo más impactante de esta realidad regional ha sido el duelo político entre los líderes Rubalcaba (PSOE) y Rajoy (PP). El primero, agresivo; y su contrincante, el relajado Rajoy, ausente en su mundo y poco contragolpeador. De forma que Rubalcaba ejerció de sheriff del OK Corral del pueblecito de Kansas y Rajoy prefirió no arriesgar ni un penique. Con todo, fue un espectáculo de alta calidad.
A Rajoy le vitoreó la muchedumbre al regresar a casa transformado en un personaje importante, mientras Rubalcaba, que ejerció de conciliador (¿) y estuvo más inexpresivo facialmente, su regreso no fue tan caluroso pero la gerontocracia socialista se mostró satisfecha. En cualquier caso, el Rajoy convertido en Liberty Valance, salvó su vida, mientras el servidor de la justicia, el Rubalcaba didáctico, asumió definitivamente el papel de líder de los socialistas y acabó escurriéndose entre la multitud. Es decir, todo quedó como al principio: Rajoy puede ser un espía de una potencia del Este en excedencia (aunque el Este ya no existe), y el socialista Rubalcaba un cortejador de la jueza Alaya. Pompas de jabón.