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El autor de 'El abrecartas' estará también mañana en el seminario de Literatura que organiza la UCA. :: LA VOZ
LITERATURA

«Todos somos unos supervivientes»

El autor mezcla la tristeza con el humor y lo patético con la ironía en 'El hombre que vendió su propia cama', el libro que presenta hoy en Cádiz Vicente Molina Foix Escritor

ROCÍO VÁZQUEZ rvazquez@lavozdigital.es
CÁDIZ.Actualizado:

Dicen de él que es un verdadero hombre del Renacimiento, en pleno siglo XXI. El novelista, autor dramático, crítico, director de cine y traductor Vicente Molina Foix (Elche, 1946) lleva varios años y dos libros instalado en el relato. Tras su celebrado 'Con tal de no morir' y el rodaje de la película 'El dios de madera', el autor de 'El abrecartas' presenta 'El hombre que vendió su propia cama', una prórroga para seguir viviendo del cuento. Hoy, Eduardo Mendicutti presenta al autor ilicitano, que habla de su última obra en el ciclo 'Letras Capitales'. Y mañana, Molina Foix participa del seminario que la Universidad de Cádiz dedica esta semana al escritor sanluqueño.

-¿Qué fue primero, el homenaje a Henry James o el resto de relatos que componen 'El hombre que vendió su propia cama'?

-Hace dos años y pico colaboré con otros escritores en la elaboración de un libro a partir de las notas de Henry James. Yo siempre he sido muy de este autor, tengo dos baldas enteras dedicadas a sus obras y en los últimos meses me he leído sus cuentos sin parar. Me ha impresionado mucho su lectura, he descubierto cosas maravillosas. Había estado con la película 'Días de madera' y no quería hacer libros largos. De todas formas, con el relato me siento muy cómodo. Cada uno es de su padre y de su madre. Después, decidí que me apetecía profundizar más en lo de James y así lo hice.

-El título que da nombre al libro parte de una experiencia personal, pero, ¿y el resto?

-Sí, 'El hombre que perdió su propia cama' parte de una experiencia personal. Yo vendí el dormitorio de mis padres, un dormitorio 'art decó' que no cabía en mi piso. Todo lo demás del relato es inventado. Este libro es en el que menos biografía mía hay, aunque en algunos relatos aparezcan gustos míos, como el cine o el cuadro de Shakespeare, o la crítica a las ciudades dormitorios.

-¿Cómo afronta un escritor de novelas el retrato de tantos y variados personajes en un mismo libro?

-Es uno de los retos de cualquier escritor. Un libro de relatos es como una novela compuesta por muchas partes independientes, unidas solo por el estilo del autor. Cada relato es la creación de un mundo. Están escritos en tercera persona, en indirecto. Es lo que define el trazado de cada personaje, mi estilo, que creo que navega entre la seriedad y el humor, el patetismo y la ironía. Esto se manifiesta en mis relatos favoritos de este libro, como 'El hombre que perdió su propia cama', 'Los otros labios' o 'La ciudad dormitorio'.

-¿Le resulta más cómodo acabar el relato con una media sonrisa que dejar definitivamente desolados a sus protagonistas?

-No es algo deliberado. Dicen de mí que soy un tipo alegre, pero lo que yo pienso es que soy un hombre con un fondo melancólico, un tipo triste que parece alegre. Eso se traslada a mi obra, algunos relatos parecen que acaban bien; sin embargo, hasta en los que aparecen personas con parejas se observa una especie de aislamiento y soledad. En otros, como en el último, hay una descarga de preocupación. No es que sea un final feliz, pero sí apaciguado.

-El divorcio, la adopción, la pérdida de un hijo, la soledad... ¿Son sus personajes casi héroes de esta sociedad que tanto castiga?

-De alguna forma todos somos supervivientes, más en estos tiempos de desánimo generalizado. Trato que mis personajes, incluso los más melancólicos y tristes, estén dispuestos a sobrevivir. En mi obra más celebrada, 'El abrecartas', se reflejaba muy bien eso. Dijeron que se trataba de la historia de unos supervivientes en el gran naufragio que España fue en el siglo XX. Ortega y Gasset decía que la cultura era el salvavidas en el naufragio de la vida. Para mí también.

-Por cierto, ¿considera que debe de haber un estado de ánimo concreto a la hora de enfrentarse a estos relatos?

-No, simplemente la curiosidad. Me han hecho muchas críticas que me han llenado de vanidad y una de las que más me ha gustado es la que se refiere a que mis obras se leen con una media sonrisa, incluso en los cuentos más duros. Eso es lo que quiero, que el lector se deje llevar por la trama y el estilo del autor, nada más.

-Escribir sobre las notas de Henry James debió de darle cierto pudor...

-Sí, lo tuve, pero lo rompí pronto. El hecho de que fuera una obra conjunta me ayudó a ello. Nunca me planteé acabar lo inacabado, tengo mucho respeto hacia los escritores. Este caso es algo peculiar, porque aunque tenga algo de pudoroso, eran sus notas, sus cotilleos, también es cierto que se trata de un homenaje. Ojalá se me haya pegado algo de Henry James, ya me han dicho que he conseguido hacer mía la muerte de un fantasma, al estilo James.

-En alguna ocasión ha declarado que se lo planteó como un juego...

-Es más un desafío que un juego. Toda manera de medirse con los grandes escritores es positivo. Con que me salga la mitad del desafío me siento muy satisfecho, es muy positivo.

-Hoy le presenta Eduardo Mendicutti y mañana, en el seminario sobre el sanluqueño, usted le dedica una conferencia. ¿Qué relación mantiene con el escritor?

-Le conozco desde hace tiempo. He leído todos sus libros y como hemos recordado alguna vez, fui yo el primero que le concedió un premio. Tiempo después me confesó que fue un estímulo. Eduardo es un autor muy personal, no se parece a ningún otro.

-Su discurso versa sobre 'los bichos raros' en la obra de Mendicutti, ¿los hay también en la suya?

-Creo que los propios escritores somos bichos raros, todo el día imaginando vidas ajenas. Yo tengo personajes de todo tipo, solitarios, infelices, hedonistas... En la literatura, todo personaje que se salga de la norma es un bicho raro. Pero también son los que más atraen.

-Otra característica que los une es el amor al cine. ¿Qué diferencia encuentra entre dos formas de expresión como son la literatura y el cine?

-Creo que yo voy más al cine que Mendicutti, pero le envidio porque a mí nunca me han adaptado. Sí me he puesto a dirigir y aunque se sufre, también se pasa muy bien. A mí nunca se me ocurre confundir cine con literatura, nunca haría una película que pudiera escribir. Son dos lenguajes muy distintos. En la novela se hace todo, mientras que en el cine tú eres un director de orquesta, pero la calidad depende de los músicos. Me he dado cuenta de que me gusta mucho trabajar los personajes con los actores.