ESPAÑA

GONZÁLEZ, UN POTENTE REMERO

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Las 'encuestas flash' hechas tras el cara a cara, de muy escasa fiabilidad por cierto, dieron perdedor a Pérez Rubalcaba. Alguna otra más solvente apuntó a una mejora en las posiciones del candidato socialista, dado el abismo que previamente le separaba de Mariano Rajoy en cuanto a intención de voto.

En todo caso, para el espinoso camino que recorre, Rubalcaba ha encontrado un compañero de viaje de notable envergadura. Para cualquier observador político avezado, guste o no guste, Felipe González sigue siendo un gran icono para el socialismo y el progresismo español. Y en esta campaña electoral se ha arremangado para remar en la misma dirección que su amigo y veterano compañero de fatigas.

Pero su respaldo supera con creces el umbral de la amistad. González como joven abogado laboralista sevillano fue el gran artífice de la recuperación del Partido Socialista en la transición, sentó las bases del Estado del bienestar en España, y sigue concitando el respeto como estadista en los foros internacionales.

¿Cómo iba a desentenderse de la herencia que él mismo legó?

Así, no puede sorprender que Felipe González se vuelque en intentar que su partido no se convierta en una fuerza marginal; riesgo que corre ahora la formación que fundó Pablo Iglesias en 1879. Que intente mantener a flote los proyectos que buscan, con mayor o menor fortuna, una distribución menos injusta de la riqueza en este país. Que se comprometa a apoyar a Rubalcaba «ahora y después de las elecciones, y el año que viene porque eres el mejor».

Como mínimo, ambos políticos pretenden salvar los muebles en tiempos tan aciagos para la socialdemocracia. Es prácticamente imposible que Rubalcaba derrote a Rajoy el 20 de noviembre. Pero no es lo mismo una victoria del PP por goleada que conseguir que el Titánic no se hunda.