ITALIA, BAJO LA LUPA

Berlusconi opta por lanzar un órdago al Parlamento

Entre rumores de renuncia y la desbandada en su partido afronta hoy otra votación decisiva que si pierde sería su final

CORRESPONSAL EN ROMA Actualizado: Guardar
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Silvio Berlusconi vivió ayer uno de los días más agónicos de sus 17 años en política barajando, probablemente por primera vez en su vida, la idea de dimitir como primer ministro. La alternativa era jugársela en el Parlamento afrontando hoy una votación muy peligrosa con el riesgo de inmolarse, pues tras varias deserciones, en teoría, ha perdido la mayoría. Los rumores de que estaba a punto de renunciar corrieron durante toda la mañana con una significativa celebración en Bolsa, que lo dice todo sobre lo que piensan los mercados de cuál es la solución para que Italia recupere credibilidad. Pero al final le pudo su instinto peleón y anunció que irá hoy a la Cámara de Diputados a someterse al suspense de ver si se aprueban las cuentas generales del Estado. «Quiero mirar a la cara a quien intente traicionarme», advirtió. Será la hora de la verdad para ver si sale a la luz un golpe interno contra 'Il Cavaliere'.

Las cuentas generales fueron rechazadas hace un mes, en un claro aviso de los disidentes que empezaban a mosquearse dentro de su partido, el Pueblo de la Libertad (PDL). Pedían a Berlusconi que abandonara y diera paso a un Gobierno de más consenso, con alianzas de centro, pues lleva año y medio renqueando con una mayoría raspada. El incidente causó la enésima crisis del Ejecutivo, siempre doliente e inoperante, y obligó al primer ministro a pasar por una cuestión de confianza. La superó de milagro con 316 votos, la mayoría absoluta exacta. Pero tras las últimas dos semanas de descrédito ante la UE, por su incapacidad para cumplir con las reformas contra la crisis exigidas por Bruselas, ahora andaría por los 304 diputados. Sin embargo no hay ni que fiarse de los desertores, que a veces lo son de boquilla para poder chantajear a Berlusconi con sus exigencias, ni subestimar la infinita capacidad de éste de satisfacerles. Ya se le ha dado por muerto demasiadas veces.

Tras volver de la cumbre del G-20 en Cannes, donde tuvo que tragar con la supervisión del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre las cuentas de Italia, una medida sin precedentes, el magnate pasó el fin de semana llamando uno por uno a los descontentos. Ayer aseguraba que le salían los números, aunque dentro de su partido cunde el pánico y abundan las declaraciones derrotistas. Por ejemplo, el ministro de Interior, Roberto Maroni, de la Liga Norte, dijo el domingo por la noche que «parece evidente que ya no tenemos la mayoría» y lo mejor era tirar la toalla.

Pura táctica

Al nerviosismo se sumaba ayer la aprensión por cómo empezarían la semana los mercados, tras la humillante tutela del FMI. Fueron lapidarios. La prima de riesgo y la Bolsa de Milán arrancaron en caída libre. Solo las paró el rumor de la dimisión de Berlusconi .

Todo fue, en realidad, muy sospechoso. No hubo tal rumor, sino una declaración nítida de uno de los más íntimos asesores del 'Il Cavaliere', el periodista Giuliano Ferrara. A mediodía dijo en la web del diario que dirige, propiedad del hermano del primer ministro, lo siguiente: «Que Berlusconi está por ceder el paso ya es una cosa clara, se trata de horas, algunos dicen que incluso de minutos». Que lo diga Ferrara es como que lo diga Berlusconi , pues le escribe los discursos. Pero el mandatario tardó una hora en desmentirlo y se preguntó asombrado: «No entiendo de dónde han salido los rumores». Quizá fue un globo sonda, para tantear el terreno, o hasta una loable treta para frenar el ataque de los mercados.

Con Berlusconi nunca se sabe y, sin ir más lejos, es erróneo juzgar su decisión de encarar hoy la votación como cabezonería o un arrebato. Bajo su apariencia de espontaneidad es pura táctica. Él asegura que ganará la votación, pero aunque no sea así su intención es convertir rápidamente en una cuestión de confianza el último paquete de medidas prometido a la UE. Pero empezaría a votarlo por el Senado, esta misma tarde o mañana, donde cuenta con una holgada mayoría. Tras obtener el respaldo de esa cámara contaría con un argumento de peso para presentarse al presidente de la República, Giorgio Napolitano, y dimitir, pero con la exigencia de nuevas elecciones. También la Liga Norte opina que la única salida son las urnas. De ese modo cerraría la puerta a la hipótesis con la que trabaja la oposición, un Gobierno alternativo de unidad nacional.

Sin él, por supuesto, y que estaría guiado, por ejemplo, por un técnico de prestigio, como el excomisario europeo Mario Monti. O, si al final cediera el centroderecha, por la mano derecha de Berlusconi , Gianni Letta. Pero 'Il Cavaliere' ni se lo plantea: «Si se llegara a una maniobra para que la izquierda entre en el Gobierno no estaríamos en una democracia».

Al margen de Napolitano, que puede ser decisivo, la oposición aún no sabe qué hacer hoy. Por primera vez tienen a Berlusconi a punto de caramelo y no quieren equivocarse. Una opción es abstenerse, por responsabilidad institucional, para evitar una derrota del Gobierno en un momento tan delicado pero al mismo tiempo dejar claro que ha perdido la mayoría. Después, creen ellos, Berlusconi debería dimitir, o sería el jefe de Estado quien le llamara al orden. La otra posibilidad es no correr riesgos y plantear una moción de censura, pero les asusta un poco porque no están seguros del todo de los números, como nadie, y perderla ataría definitivamente a Berlusconi a la silla.