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Alfredo Pérez Rubalcaba accede al edificio donde se celebró el debate. :: A. MARTÍN / EFE
RUBALCABA

La tensión de una cita crucial

El candidato socialista no se permitió ni un minuto de relax en las horas previas al debate e incluso comió en Ferraz

PAULA DE LAS HERAS
MADRID.Actualizado:

Se debía haber tomado la mañana libre, al menos así lo habían planeado sus asesores, pero a primera hora de la mañana Alfredo Pérez Rubalcaba ya estaba en su despacho en la sede del PSOE, en la madrileña calle Ferraz, para seguir preparando el debate que tendría lugar más de doce horas después. Su equipo tenía algo claro: para el PP la de anoche quizá fuera un cita más, para ellos era casi 'imprescindible'.

Los socialistas consideraron desde el primer momento que se lo jugaban prácticamente todo a esta carta. No porque fueran tan osados de creer que aún es posible dar un vuelco a las encuestas, sino porque aspiraban a tocar la conciencia de los indecisos, que son muchos y, en su mayoría, antiguos simpatizantes del PSOE. El resultado final será difícil de medir hasta el propio día 20. Pero una idea parece haberse asentado en la formación progresista, después de este cara a cara, la suerte ya está echada.

A lo largo de las últimas semanas el candidato ha tenido a un equipo recopilando datos que le pudieran servir para salir con éxito del envite. Su objetivo, más que arrinconar a Mariano Rajoy o poner en evidencia la ambigüedad de su discurso, era, según fuentes de su entorno, explicar sus propuestas. «No va a tener otra posibilidad de hablar directamente a millones de personas», decían.

Quizá por eso Rubalcaba no quiso relajarse ni un momento. Incluso comió en los cuarteles generales del PSOE con su directora de campaña, Elena Valenciano, la misma que lo acompañó en el coche hasta el Palacio Municipal de Congresos en el que tuvo lugar el debate. De avanzadilla, ya habían partido el director de comunicación, Carlos Hernández; el jefe de gabinete de José Luis Rodríguez Zapatero y amigo personal del candidato, José Enrique Serrano; uno de sus hombres de confianza, el líder de los socialistas castellano leoneses, Óscar López: el ministro de Trabajo, Valeriano Gómez, y el sociólogo de cabecera del partido, Ignacio Varela.

Expectación

En Ferraz, un comité de seguimiento encabezado por el vicecoordinador de campaña, Antonio Hernando, permaneció toda la noche pegado a la televisión. Pero no estuvieron solos. Militantes y dirigentes compartieron expectación y nerviosismo en la gran sala en la que habitualmente se celebran las ejecutivas del partido.

Como si de una boda se tratara Rubalcaba guardó en secreto hasta el último momento cuál sería el color de su traje y su corbata. Finalmente, optó por el azul; como Mariano Rajoy.