Brindar con cicuta
Actualizado: GuardarComo en los mejores tiempos de la Historia, hablamos de Grecia, pero por distintos motivos. Yorgos Papandreu lo va a tener tan difícil para seguir gobernando como Papa Noel para seguir regalando juguetes estas navidades. El hombre ha retirado el referéndum que había propuesto. De un día para otro, no le parece oportuno, ya que su oportunidad histórica ha pasado y lo que ahora negocia es un gobierno de unidad. Se dice que rectificar es de sabios, pero quizá lo sean más los que no se ven obligados. Rectificar, en el sentido de pegarle un cambio brusco a la opinión manifestada antes, no siempre denota sabiduría, sino errores y arrepentimientos. La crisis de sabios ha precedido en Grecia desde el siglo VI antes de Cristo a la crisis económica. En aquel tiempo por los menos había siete sabios (según el gran Carlos García Gual no eran siete, sino diez). Desde Tales de Mileto y Solón hasta Cleóbulo y Periandro vinieron unos cuantos que, si bien sabían algo menos, sabían muchísimo.
No se sabe por qué se pondrían de acuerdo aquellas mentes privilegiadas para coincidir en el tiempo y orinar en las mismas columnas. La inteligencia humana produce cumbres y baches. El prestigio del número siete, que no es de significación religiosa, tuvo un gran propagandista en Píndaro. De ahí hemos derivado a los siete niños de Écija y a los siete enanitos de Blancanieves, que en las parodias pornográficas se acuestan todos con ella, al parecer por riguroso turno.
Los griegos actuales ya han dejado de ser contemporáneos y en vez de un paradigma son un estorbo para el euro, pero peor sería una Europa sin ellos y sin la moneda común. Los políticos conservadores, especializados en conservar las ruinas en pésimo estado, desean el plan de rescate, pase lo que pase, que todavía no es lo que tiene que pasar. Observó Nietzsche que algunos pueblos producen santos y otros sabios. Misterio de las humanas cosechas.