ESPAÑA

«¿Puedo mirar a estos chicos?»

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Fueron cinco segundos. Un breve lapso que quedará en los anales de la Audiencia Nacional. Adoración Zubeldia, viuda de José Javier Múgica, el concejal de UPN asesinado por ETA en la localidad navarra de Leiza en julio de 2001 con una bomba lapa, sacó ayer fuerzas de flaqueza para mirar a los ojos a los etarras acusados de matar a su marido.

Lo hizo a cara descubierta, con rictus desafiante, después de rememorar por segunda vez en 48 horas las desgarradoras escenas del atentado que vivió en primera persona. «¿Puedo mirar a estos chicos?», preguntó al secretario judicial tras concluir su declaración. Este asintió y Adoración se dio medio vuelta y clavó la vista en los inculpados, que no aguantaron la presión y bajaron la mirada.

Fue una imagen insólita. El broche a un juicio diferente. Una vista oral que arrancó con el desliz verbal de la juez Ángela Murillo, que el miércoles llamó «cabrones» a los acusados y el jueves anunció su abstención del proceso, lo que conllevó la repetición del juicio, y concluyó ayer con el contraataque de una mujer desconsolada, en tratamiento médico diez años después de la muerte de José Javier Múgica.

Adoración Zubeldia se enfrentó a «estos chicos» con entereza, desechando la posibilidad de declarar por videoconferencia desde Navarra, tal y como le había ofrecido el tribunal. Acudió de nuevo a la sala de vistas de la Audiencia Nacional, pero esta vez habló sin biombo de por medio. Y eso que su abogado había advertido un día antes de que podía ser «un auténtico mazazo contar otra vez cómo vio a su marido cuando explotó la furgoneta. Algo traumático». Pero ni por esas.

Armada de valor, se sentó delante del nuevo tribunal, presidido por la magistrada Carmen Paloma González. Contó cómo su marido, que trabajaba como conductor del autobús escolar del pueblo, tenía que soportar que los estudiantes «le tomaran el pelo» o las «amenazas» y las pintadas con una diana y las siglas de UPN en su tienda de fotografía de Leiza. «Mi marido cogía la brocha y lo tapaba», rememoró.

Y, cómo no, los instantes que siguieron a la explosión de su furgoneta, el 14 de julio de 2001. «Oí un ruido y se movió la casa. Me asomé al balcón y lo vi a distancia tumbado en el suelo. La furgoneta se estaba quemando y él también con ella», dijo, entre sollozos.

Concluido el interrogatorio, Adoración Zubeldia se levantó, pidió permiso al secretario judicial, se giró y miró a los acusados, entre ellos al desafiante Javier García Gaztelu, 'Txapote', el que fuera jefe militar de la banda terrorista. El mismo que supuestamente ordenó matar a Múgica. La mujer fijó la vista hasta que la juez dio orden de que abandonara la sala o se dirigiera a la zona donde se encontraba el público.

«Lo respetamos»

Ya sentada, pudo escuchar con nitidez cómo uno de los cuatro inculpados, el miembro del comando 'Argala' Andoni Otegi -el mismo que hace unos días, en otro juicio, dijo que «esto se tenía que acabar»-, declaró en su última palabra que «nadie» se había reído del sufrimiento de la viuda, «al contrario, lo respetamos». «Lo que ha sucedido es consecuencia de una mentira y de un afán de protagonismo de una magistrada», señaló el etarra en referencia a la alusión de «cabrones» de Murillo que desató una tormenta en la Audiencia Nacional y una lluvia fina de críticas entre la clase política.

Sin embargo, nada de eso pasó por la cabeza de la viuda de Múgica. Tampoco el hecho de que el desafortunado comentario de la juez provocara la repetición del juicio. Es más, una vez acabada la vista, Adoración esperó a que Murillo abandonara el tribunal para abrazarla y darle las gracias. Un cariñoso gesto de apoyo a una magistrada 'tocada' tras su errática actuación.

La sesión quedó vista para sentencia y el fiscal elevó a definitivas sus conclusiones llevando de 48 a 72 años de prisión su petición de pena para 'Txapote', al que acusan de ordenar el asesinato del concejal en calidad de dirigente de ETA. También solicitó 58 de cárcel para Andoni Otegi y Óscar Zelarain y 68 años para Juan Carlos Besance.