La economía mundial pone a Italia bajo tutela
El presidente Barack Obama apoyó las exigencias que Merkel y Sarkozy impusieron al primer ministro El eje París-Berlín obliga a Berlusconi a aceptar la auditoría internacional
CANNES.Actualizado:El Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unión Europea (UE) pusieron ayer bajo tutela a la economía italiana ante el riesgo de contagio en los mercados de la crisis griega a una potencia con repercusiones sistémicas. Aunque ambas instituciones aseguraron que actuaban a iniciativa de Silvio Berlusconi, fuentes francesas revelaron que Nicolas Sarkozy y Angela Merkel acorralaron al mandatario italiano con el concurso de Barack Obama en una reunión nocturna en la que le leyeron la cartilla exasperados por sus promesas incumplidas.
Auditores del FMI y de la UE emprenderán la próxima semana la supervisión trimestral de las cuentas públicas de Roma con un mecanismo que el presidente francés asimiló a la «monitorización», término nada inocente que remite a la situación de los enfermos en cuidados intensivos. El principio de actuación será la carta enviada la semana pasada por Berlusconi al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, y al presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, en la que enumeraba los ajustes previstos, entre ellos el retraso de la edad de jubilación o la reforma del mercado laboral.
La presentación del paquete de medidas en la cumbre del G-20 desagradó sobremanera a los mandatarios francés y alemán por no percibir ninguna disposición concreta para garantizar el prometido saneamiento presupuestario en el horizonte de 2013. Según testigos, Sarkozy llegó a poner en tela de juicio la credibilidad política del presidente del Consejo italiano en una discusión «directa y franca», vocablos diplomáticos para definir las broncas acaloradas.
Tras la cena de trabajo del jueves, volvió a improvisarse otra cita urgente de las potencias del euro para presionar a Berlusconi a aceptar la intervención internacional. Esta vez la repentina convocatoria presentó la novedad de la presencia del presidente estadounidense, Barack Obama, principal proveedor del FMI, en una inédita injerencia de Washington en una crisis que los europeos habían tenido a gala hasta ahora de gestionar entre ellos. También estuvieron José Luis Rodríguez Zapatero, Barroso, Van Rompuy y la directora general del Fondo, Christine Lagarde.
Los dirigentes europeos abrigan el deseo inconfesable de que Berlusconi abandone el poder a imagen de lo que 'Le Monde' llama el «suicidio electoral» de Zapatero. Sarkozy es consciente de que si Italia cae, Francia quedará en el punto de mira de los especuladores. Pero el eje París-Berlín intenta transmitir la imagen de actuar con respeto a la voluntad popular.
«No hemos querido cambiar los gobiernos en Grecia ni en Italia. No es nuestro papel ni es mi concepto de la democracia. Es evidente que en Europa hay reglas y si alguien se exonera de cumplirlas debe marcharse», declaró Sarkozy. El presidente francés alegó que el primer ministro italiano simplemente había sido consciente de las dudas existentes en los mercados financieros internacionales sobre su capacidad de cumplir con sus objetivos macroeconómicos.
Por su parte, Berlusconi aseguró haber rechazado una oferta de ayuda financiera del FMI a su país. La idea de otorgar una línea de crédito a Roma había sido defendida por Berlín, inclinado a una intervención caliente y no solo fría. Mientras tanto, Obama resaltó que el plan de rescate de Bruselas envía una señal firme de que el proyecto europeo «está vivo y coleando», un mensaje que «evita la crisis, pues es en parte psicológica». «Italia es un país con enormes activos, ha mantenido deuda desde hace tiempo pero ahora mismo los mercados están nerviosos. La invitación al FMI es un ejemplo de medida para crear confianza del tipo que necesitamos», explicó.
Siempre con los pies en el suelo, Merkel advirtió de que muy pocos países del G-20 han mostrado interés en contribuir al fondo de rescate de la Unión Europea para los socios endeudados.