Berlusconi, de nuevo al borde de la caída en plena crisis
Actualizado:Silvio Berlusconi se tuvo que presentar ayer en la cumbre del G-20 en Cannes con las manos casi vacías, tras fracasar una vez más en el intento de arrancar a su maltrecho Gobierno algo más que promesas. El primer ministro italiano quería llegar al G-20 con un decreto que aplicara de forma inmediata al menos algunas de las medidas anunciadas hace una semana a la UE. Como mínimo se esperaba una ambiciosa reforma fiscal. Sin embargo, en medio de una nueva bronca interna que se alargó hasta la medianoche del miércoles, sólo logró llevarse un miniplan de medidas secundarias. Se introducirán como enmienda en una ley que se aprobará en unos diez días, un tiempo eterno para la agónica situación de Italia. En resumen, no fue la señal enérgica que reclaman los mercados.
El presidente de la República, Giorgio Napolitano, se negó a avalar un decreto en el que se pretendían colar, bajo el pretexto de la urgencia, cuestiones de calado que requieren debate parlamentario, como una dolorosa reforma laboral. Pero incluso el ministro de Economía, Giulio Tremonti, se opuso al decreto. Esta nueva prueba de la debilidad de Berlusconi en un momento tan grave le colocó ayer aún más al borde del colapso, pues crece la sensación de que el problema para dar confianza a los mercados es él mismo.
Además su mayoría parlamentaria se desmorona. Un nuevo grupo de seis disidentes de su partido ha firmado una carta en la que le piden que dimita y abra paso a un Ejecutivo de responsabilidad nacional, la hipótesis con la que ya trabajan todas las fuerzas políticas. Napolitano, que es quien convoca elecciones o encarga la formación de Gobierno, ha tenido una ronda de contactos con la oposición y ayer emitió una nota para enviar el mensaje al exterior de que ante cualquier emergencia -como la caída del Gobierno- sería posible contar con una alternativa política.