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Enrique apuñaló a su padre en su casa de Chiclana cuando lo iban a trasladar a un centro psiquiátrico. :: Ó. CH.
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Internan en un psiquiátrico al joven parricida de Chiclana durante 12 años

La Audiencia ha absuelto a Enrique Alberto del homicidio, al estimar que su enfermedad mental le exime de la culpa

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Un día antes de su muerte, el 18 de enero de 2011, Ildefonso Troya acudió a los juzgados de Chiclana para pedir ayuda. Quizá nunca imaginó que la esquizofrenia paranoide que sufría su hijo adoptivo, Enrique Alberto, podría acabar en un homicidio violento en el que él fuera la víctima. No iba a denunciar ninguna agresión. En realidad buscaba ayuda para saber cómo podía obligar a Enrique a que siguiera un tratamiento médico.

Troya se entrevistó con la fiscal de la ciudad, pero ésta solo le pudo recomendar que tramitara un proceso de incapacidad, ya que no había otras alternativas en este tipo de casos en el que los enfermos son mayores de edad (el joven, de origen colombiano, fue adoptado por el matrimonio Troya Ramírez cuando tenía cuatro años, pero ahora cuenta con 22).

Aquel mismo martes, 18 de enero en que Ildefonso preguntaba a la fiscal, la madre le comunicaba a Enrique que iban a ingresarlo en un centro psiquiátrico de Málaga, por su bien. Pero el día siguiente, el 19 de enero, cuando ya metían las maletas en el coche para marcharse, al ver que la partida era inminente, Enrique Alberto sufrió una nueva crisis y mató a su padre. Le asestó varias cuchilladas en el cuello y el pecho, cuando ambos estaban en la cocina de la casa. La madre fue testigo de aquel violento ataque, que fue atajado por un agente de la Guardia Civil que estaba de vacaciones en una vivienda vecina, en la calle Los Sauces de Chiclana, y acudió al grito de auxilio. Por desgracia, poco más pudo hacer por la vida de Ildefonso.

Casi nada de lo anterior viene recogido en la sentencia que dictó ayer la Audiencia Provincial de Cádiz a raíz de este parricidio. Estaba previsto que un jurado popular juzgara al joven en la mañana de ayer, pero la Fiscalía, la defensa y el abogado de la viuda iban con un acuerdo de conformidad bajo el brazo, con una deliberación en común a la que habían llegado el pasado mes de septiembre, así que no hizo falta celebrar el juicio. Apenas un par de horas después, ya había sentencia. En ella, el tribunal se limita a considerar probado que Enrique Alberto acuchilló a su padre, pero no explica qué le llevó a aquello, ni relata los días previos al dramático suceso.

El tribunal da por cierto que Enrique «asumía que podría causarle la muerte» cuando apuñaló a su padrastro. También considera probado que, al entrar el guardia civil en la vivienda, le apuntó con el cuchillo y le dijo «si das un paso más, te lo hinco». Sin embargo, la Audiencia ha absuelto al joven de los delitos de homicidio y amenazas que se le imputaban, pues estima que la enajenación mental que sufrió en aquel momento, dada la esquizofrenia paranoide que padecía, le exime de toda culpa.

En lugar de una condena de cárcel, el tribunal le ha impuesto que ingrese en un centro psiquiátrico «por tiempo que no podrá exceder de doce años», tal y como acordaron la Fiscalía, el abogado defensor de Enrique Alberto y el de la acusación. La sentencia no especifica si el centro psiquiátrico debe ser de tipo penitenciario, de los que solo existen dos en España: uno en la cárcel de Sevilla II, donde hasta ahora estaba preso el acusado, y otro en una prisión de Alicante.

Además, la presidenta de la Sección Primera de la Audiencia le ha impuesto al joven una orden de alejamiento que le prohíbe acercarse a su madre durante los próximos doce años a menos de 200 metros. Ayer, sin embargo, las partes personadas añadieron una salvedad a esta medida de seguridad, que puede resultar polémica: se podrá saltar este alejamiento en los casos de «visitas y actividades terapéuticas que por prescripción facultativa del centro psiquiátrico sean indicadas durante el periodo de internamiento».

De esta manera no se romperá del todo el vínculo materno, lo que podría agravar aún más el estado y la enfermedad de Enrique Alberto. Además, el completo alejamiento supondría un castigo para la madre, que también fue víctima de este crimen en el que perdió a su marido y, de alguna manera, a su hijo.