El principio activo
Actualizado: GuardarEn botica va a seguir habiendo de todo, pero con otro nombre y el caso es que nos habíamos encariñado con algunas medicinas que si bien no nos curaban, tampoco nos hacían daño. Sobre todo con sus prospectos absolutamente consoladores. Su minuciosa lectura, incluso la fastuosa apariencia de los envases, proporcionaba efectos balsámicos. El principal venía siendo el llamado efecto placebo.¿Cómo no va a servirme algo que viene entre algodones, cristal y letra impresa? Lo malo es el gasto sanitario, que a semejanza de otros gastos no nos lo podemos permitir sin licencia de la autoridad competente. Lo llaman prescripción por principio activo y por algo se empieza nuestro propósito ahorrativo. Los medicamentos seguirán siendo lo mismo de buenos, pero serán menos bonitos y menos caros.
Las marcas se pagan y aquí hemos batido la plusmarca del derroche y con esta medida Sanidad confía ahorrar 2.000 millones de euros, no sea que nos pase lo mismo que a Grecia, donde para saber lo que es una tragedia no hace falta leer a Esquilo o a Sófocles: basta con escuchar las declaraciones de Papandreu. Hay que amoldarse a los nuevos tiempos y disimular la nostalgia por los anteriores, cuando nuestros insensatos políticos nos hicieron creer que éramos tan ricos como casi todos ellos.
También hay que restringir en mítines. Sobran palabras envasadas lujosamente y lo que nos curaría, en todo caso, menos en caso de muerte, sería el principio activo. Por eso hay menos espectadores que se queden con la boca abierta oyendo los mismos discursos. Los oradores no venden una escoba para limpiar España. En algunas ciudades se agolpa la gente, pero no se sabe si es para acceder al recinto o para facilitar que puedan meterles dentro a la fuerza. Nuestro horóscopo cojea de las tres patas –salud, dinero y amor– y no es aconsejable consultar con el farmacéutico amable que nos prescribía potingues benéficos. Está de muy mal humor. Con razón.