ETA y el dinosuario
Cuesta tanto entender a esa parte del PP que quiere ver a la bestia pidiendo perdón
Actualizado: GuardarComparto con ETA geografía, desolación y existencia. Medio siglo, cincuenta años. Es como el cuento de Augusto Monterroso, pero con alguna modificación: Cuando nací, el dinosaurio ya estaba allí». El lector sabe que en realidad el escritor hondureño lo que escribió y fijó para la historia de la Literatura es la más breve composición en forma de cuento, un cuento que admite millones de interpretaciones: «Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí», eso fue lo que Tito, así lo llamaban sus amigos, dejo escrito.
ETA es ciertamente un dinosaurio en proceso de extinción, una bestia sin presente. Plantear una estrategia a futuro de ETA tiene poco sentido ahora que muchos de los que la han apoyado han probado los efectos reparadores de la democracia. Por eso me cuesta entender la estrategia del Partido Popular o, mejor dicho, una parte del PP que no es la que encarna Mariano Rajoy. ¿Qué se busca, la rendición, que pidan perdón, que entreguen las armas? De esas tres consideraciones la última es la que me parece más útil. Las otras dos son desde ya mismo sucesos improbables cuando no imposibles. Empeñarse en que eso ha de pasar es no querer ver lo que está pasando. Y lo que pasa es que ETA ha declarado «el cese definitivo de la actividad armada». Y pasa que lleva meses sin asesinar. Para quien como periodista ha vivido momentos de auténtica desolación dando cuenta en directo y casi a diario de asesinatos a policías, bombas-lapa que dejaban sin piernas a un capitán del Ejército, coches-bomba que explotaban en un cuartel matando a hombres, mujeres, niños… Para quien ha vivido todo eso el momento de ETA, si es que ETA tiene hoy algún momento, no le deja indiferente.
El final de ETA no le va a dar votos a nadie. Es absurdo que José Blanco, –el único amigo de verdad que le queda a Zapatero–, llame a su jefe «presidente de la paz». Igual no sabe Blanco que su exageración recuerda la forma en que llamaron a Godoy, príncipe de la paz. Un príncipe de la paz que murió solo y abandonado en París después de causar a España unos cuantos estropicios. Pero nada es igual. Seamos justos y recordemos a Marx cuando escribió que la historia se repite una vez como tragedia y otra como farsa. La disolución de ETA es un logro de los españoles, de todos sin excepción, y de ningún presidente en especial. Por eso las palabras de Blanco carecen de sentido. Los muertos, las víctimas, los demócratas han ganado. No una batalla, porque los que morían no estaban en guerra; no la paz, porque nunca nadie les declaró la guerra. Después de medio siglo gana la razón. El dinosaurio ya no despertará jamás. Se quedó sin biografía ni existencia. Por eso cuesta tanto entender a esa parte del PP que quiere ver a la bestia pidiendo perdón. Los muertos no hablan. Se les recuerda. Y tal día hizo un año.