«¡Y encima se ríen los cabrones!»
La magistrada fue 'cazada' por un micro abierto tras ver la pasividad de los acusados ante el relato de una víctima Otro desliz de la juez Murillo hace peligrar la validez de un juicio contra ETA
MADRID.Actualizado:La magistrada Ángela Murillo, presidenta de la sección cuarta de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, volvió a dar muestras ayer de su ligereza verbal durante el juicio contra el exjefe militar de ETA, Javier García Gaztelu, 'Txapote', y tres integrantes de un comando etarra acusados de asesinar con un coche bomba al concejal de Unión del Pueblo Navarro José Javier Múgica en la localidad navarra de Leiza en 2001.
La juez, conocida por sus deslices en otros juicios -el último le costó que el Tribunal Supremo ordenara repetir una vista contra Arnaldo Otegi por enaltecimiento del terrorismo-, hizo un comentario a un compañero del tribunal instantes después de que la viuda del edil describiera emocionada los detalles del atentado que vivió en primera persona. «¡Pobre mujer, pobre mujer! ¡Y encima se ríen los cabrones!», comentó Murillo a su colega Juan Francisco Martel sin percatarse de que su micrófono seguía abierto.
Se refería la magistrada a la actitud indiferente, y hasta cierto punto cruel, de 'Txapote' y los otros tres etarras procesados por el asesinato, Óscar Celarain, Andoni Otegi y Juan Carlos Besance, tras escuchar el duro testimonio de Adoración Zubeldia. Protegida por un biombo, visiblemente angustiada, contó con todo lujo de detalles la escena que presenció desde de su casa tras la explosión de la furgoneta bomba.
«Salí al balcón y lo vi en una esquina -dijo Adoración antes de romper a llorar-; lo vi que estaba contra un arbusto, vi la furgoneta contra un arbusto. Vi que se estaba quemando y mi marido también se estaba quemando a la vez que la furgoneta», relató al tribunal. El recuerdo fue tan vivo que en la sala de vistas se hizo un silencio sepulcral. Allí se encontraban familiares del fallecido y compañeros de José Javier Múgica, entre ellos la presidente de Navarra, Yolanda Barcina.
Tras este testimonio, y ante la congoja de Adoración Zulbeldia, que continúa en tratamiento psiquiátrico diez años después, se hizo una breve pausa. Entonces, llegó el comentario de Ángela Murillo. Un desliz que captó el micrófono de su mesa y que puede poner en peligro la validez del juicio. Bien porque el Supremo ordene repetir la vista oral con otro tribunal diferente, en caso de que la defensa de los etarras alegue imparcialidad objetiva de la magistrada en un futuro recurso, bien porque el alto tribunal decida anular una previsible sentencia condenatoria, una posibilidad «extrema y remota», según fuentes jurídicas consultadas.
Amenazas previas
Después de este episodio, que en cierto modo empañó la vista oral que continúa hoy y mañana, la viuda de Múgica continuó su testimonio con el recuerdo de que antes del atentado ya habían recibido amenazas premonitorias del entorno etarra: pintadas en su casa con la diana de la muerte, insultos en el programa de fiestas de Leiza e incluso robos en su tienda de fotografía. «Con eso nos dieron la pista de que no querían que trabajáramos en el pueblo», señaló Adoración.
Antes, los acusados molestaron a la presidenta del tribunal no solo por negarse a declarar y rechazar la legalidad de la Audiencia Nacional, que también, sino por cuchichear entre ellos y reírse en diversos momentos de la vista. Unos gestos incitantes que provocaron la reacción de Murillo. «Da igual, quédese sentadito (le dijo al acusado Juan Carlos Besance tras negarse a contestar a las preguntas del tribunal), pero primero va a escuchar lo que yo le voy a decir», y reclamó a la Policía que les cambiaran de sitio.
Besance fue el único de los procesados que contestó a su defensa. Lo hizo para señalar que su testimonio ante la Guardia Civil en el que reconoció la autoría del atentado fue realizado bajo «torturas» y que no las denunció porque «tenía miedo». En esa declaración dijo que obedeció órdenes directas de 'Txapote', entonces jefe militar de ETA.