PARA LUEGO VA SIENDO TARDE
Actualizado: GuardarNunca es tarde si la pena es buena y estamos dispuestos a cumplirla, aunque sea mayor que nuestras culpas, que en la mayoría han sido de los otros. Leemos con atención, que no supera la desesperanza, los programas de los partidos políticos. En general son como los de los prospectos de los específicos, que según Camba, aciertan a resumir la más consoladora de todas las filosofías, incluyendo al budismo y al cristianismo. Un gran éxito de la esperanza, quizá el mayor, radica en hacernos creer que nuestros males tienen remedio: unos en vida y otros a más largo plazo, cuando seamos ceniza con sentido y polvo enamorado o, vaya usted a saber, inútil polvareda que tendrán que esquivar las generaciones sucesivas. De momento, lo que está claro es que ser contemporáneo siempre ha sido una lata. Nos obliga a convivir con personas que quieren hacernos dificultosa la vida, ya que hay tres clases de gentes: los que creen que hay que hacer las cosas de una determinada manera, los que opinan que hemos llegado tarde para hacerlas y los que están persuadidos de que lo mejor, ya que evita decepciones, es no hacer nada.
Me reprocho cuando me quedo solo, que son muchas horas al día, y más cuando empieza a anochecer más temprano, mi agnosticismo político. Todos los que se han autonombrado para organizar la convivencia confían en sus capacidades presuntas, pero ningún gremio acumula mayor descrédito.
-Yo no me trato con esa gente -me decía un respetable anciano, o sea un señor de mi edad-, refiriéndose a nuestros políticos. No aludía a los banqueros, que son políticos sin antifaz y por eso no dan nunca la cara. No supe qué contestarle, ya que siempre he tenido más preguntas que respuestas y no debo malgastar ninguna. Lo que sé es que nos queda ya menos de veinte días para que unos engañen a otros, más o menos, y otros engañen a unos. Los dos tienen sus verdades y mienten sin engañarse. Se conforman con seguir engañándonos. Son buenos, por muy mal que lo hagan.