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PAN PARA HOY

MULTAS

ÓSCAR TEROL
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Manolo García, tienes toda la razón: «¡Estoy hasta las narices de tanta multa! ¡Oye, todo son garrotazos!». Vivir se ha convertido en un esquivar garrotazos con membrete. La multa nos acecha como los mosquitos en la selva tropical. Podrás evitar algunos picotazos a base de mosquiteras y repelentes, pero no hay dios que se libre de algún que otro aguijón municipal. Cada día que me levanto de la cama, además de pedir perdón de antemano, en mis oraciones matutinas ahora incluyo un: «Señor, ayúdame a no delinquir por despiste», y aun con todos los ángeles y arcángeles de mi guarda a mi servicio espiritual, con desgraciada cierta frecuencia me cae una. Sobre todo en viajes largos, ya me entiende; ese radar que hay en el páramo, según sales de 'Cercedilla de los caballeros del río de su santa madre', que se empeña en sacarle fotos a mi coche, solo por ser el más rápido. Joder. Curiosamente, aunque vayas a trescientos por hora, el coche siempre sale quieto. ¿Cuántos megapíxeles de esos tiene un radar? Y luego el farragoso intercambio de cartas con la administración: dame tus datos; identifica al conductor; nunca un «¿qué tal está usted?». Sin olvidar el trueque de puntos perdidos con tu madre, que te los cede gustosa si puede ejercer su derecho a regañina; que no deja de ser otra multa. Y claro, te vas convirtiendo en un malo de película. Yo ya me siento fuera de la ley porque me han desplazado a base de garrotazos. Es tanta la presión, que cuando veo a un policía por la calle, por si acaso, echo a correr; hay que oponer cierta resistencia, seremos delincuentes, pero románticos. ¿Qué me dicen de esos coches que tiene la pasma con cámaras para pillar a los mal aparcados? Libérense. Al ver uno, siento lo mismo que debió sentir un valenciano de izquierdas cuando sacaron los tanques el 23-F. Me río yo del temor al 'Dios que todo lo ve', usado durante siglos por la Iglesia para mantener al rebaño en el cercado; ahí, al menos, pedías perdón y te librabas de la multa. Sí, hoy me ha llegado una, estaba claro, ¿no? Pasen buen día por mí.