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Vettel anestesia la Fórmula 1

El octavo puesto de Jaime Alguersuari tras adelantar a Senna y Sutil confirma al barcelonés como un piloto al alza Undécima victoria en 2011 del campeón y podio de Alonso en el estreno de la India

JOSÉ CARLOS J. CARABIAS
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Más que resignación es sometimiento o cloroformo para todos. Se trata de un estado vital próximo a la entrega voluntaria que alguien hace de sí mismo poniendo su destino y su voluntad en las manos de otra persona. Así se sostiene la Fórmula 1 en este final de curso 2011: anestesiada por Sebastian Vettel. El campeón ha cancelado cualquier emoción. También ganó en la India, su undécima conquista en este año presuntamente irrepetible. Es imposible hacerlo mejor.

La perfección aburre. Sucede con Vettel y con cualquier otra persona que adquiere en su comportamiento el grado máximo de una determinada cualidad. Al final y al cabo, los humanos somos seres imperfectos y dedicamos parte de nuestra vida a acicalar nuestros defectos. Vettel no se equivoca. Ni los sábados ni los domingos ni las fiestas de guardar. Y en tales términos de eficacia, su impecable conocimiento de la materia resulta fatigoso. Un auténtico tedio.

Llega un fin de semana de Fórmula 1, su soliloquio de esperanzas, promesas y anuncios proféticos que anticipan días de gloria para todas las escuderías. Entra en acción la burbuja de la Fórmula 1, su efecto de propaganda y buenas intenciones distribuidas por los cinco continentes. Y por otro lado, progresa la realidad, la contraposición con la fantasía y lo ilusorio. La pregunta inevitable en tertulias de F-1, programas de radio y charlas de amigos. Gana Vettel, ¿y el segundo?

Bernie Ecclestone vive de espaldas a una impronta que cuaja en el paddock de la F-1: el perchero de la industria automovilística, la sinfonía de alerones, válvulas, flaps y demás apéndices medio intrascendentes para el gran público, el que se sienta ante el televisor con la ilusión de pasar un rato ameno con los coches. Ecclestone imagina los rascacielos de Nueva York al fondo de las imágenes, el puerto de Valencia y el agua del Mediterráneo colándose por los televisores, la luz artificial delineando el circuito de Singapur. Imagina dólares, espectáculo y exclusividad. No quiere un coche perfecto como el Red Bull y un piloto autómata.

Al final del camino, el sexto sentido del supremo Bernie y el instinto del público han coincidido. Por encima de la venta del producto, está la realidad. Vettel aburre.

No se equivocó el alemán en la salida del gran premio de India. Consideró apropiado rentabilizar su decimotercera pole y se lanzó embalado hacia algo llamado el 'grand chelem', que es algo así como ganar todo de una tacada. 'Pole', vuelta rápida, victoria en la carrera y liderazgo de principio a fin. La perfección.

Sin ningún tipo interés por el triunfo, salvo que el Red Bull reventase de una vez, la carrera encendió la mecha por cuestiones importantes, pero secundarias. La pugna de Alonso con Webber por el podio, el efecto del Toro Rosso sobre Jaime Alguersuari, lanzado en este final de campaña, las cuitas de Hamilton y Massa en una riña con tintes personales...

Misterios, en cualquier caso, sin resolver. ¿Cómo es posible que una escudería que ha rozado la perfección como Ferrari navegue tan lejos de los éxitos? ¿Y cómo se explica que Mark Webber conduzca un bólido supersónico y no gane nunca? ¿Y por qué ha vuelto Michael Schumacher a bordo de un proyecto faraónico en Mercedes sin un solo resultado?

Alonso perdió un puesto en la salida frente a Jenson Button y transitó siempre en la frontera del podio. El inglés también sometió a Webber y emprendió una cabalgada imposible contra Vettel. Y un día más superó a su compañero en McLaren, el volcánico Hamilton. Alonso no concedió nada a nadie, luchó según las posibilidades de su Ferrari y llegó hasta el límite. Rebasó a Mark Webber y alcanzó el podio.

De nuevo sobresaliente fue el desempeño del Toro Rosso, un coche que corre cada vez más según se aproxima el final. Jaime Alguersuari, un tipo listo, lo ha vuelto a exprimir con adelantamientos (Senna, Sutil) y ritmo de carrera. El octavo puesto confirma al barcelonés como un piloto al alza.